La angina de pecho estable continúa siendo en la era de la revascularización un problema relevante. Su trascendencia se sustenta en su alta prevalencia (un 2-4% de la población) y en el consumo de recursos sanitarios que origina. Su pronóstico es más favorable que el de los síndromes coronarios agudos, pero origina deterioro de la calidad de vida y frecuentes problemas terapéuticos. La mortalidad anual se encuentra en torno a un 0,5-2,6% y la incidencia de infarto no fatal es del 1-2% al año. Los objetivos del tratamiento de los pacientes con angina estable son: a) mejorar el pronóstico previniendo el infarto de miocardio y la muerte mediante la reducción de la incidencia de eventos trombóticos agudos y el desarrollo de disfunción ventricular izquierda, y b) mejorar los síntomas reduciendo los episodios isquémicos y aumentar la calidad de vida. El tratamiento antianginoso frecuentemente es subóptimo por un bajo grado de adhesión a las guías y por los frecuentes efectos secundarios. Intervenciones destinadas a mejorar la cumplimentación de las guías y nuevos fármacos, como la ivabradina, pueden ayudar a optimizar el tratamiento de los pacientes con angina estable.
ISSN: 0300-8932
Factor de impacto 2023
7,2