Guías de actuación en las enfermedades del corazón
Francisco Fernández-Avilés y Luis de la Fuente Galán, editores.
Barcelona: Ediciones Doyma, 1997.
En los últimos años hemos asistido perplejos al rápido derrumbe de los fundamentos en que se basaban nuestra práctica cotidiana y nuestra responsabilidad como médicos. El cambio social acelerado de este final de siglo también nos ha afectado directamente, al cambiar en profundidad las reglas del juego sanitario.
Nuestras antiguas certezas sobre el noble oficio de la medicina se han tambaleado ante la evidencia escandalosa de tantas variaciones injustificadas de la práctica clínica y nuestra incapacidad para asimilar la constante introducción de nuevas tecnologías médicas insuficientemente evaluadas. Otras presiones no menos importantes, que explican el cambio de rumbo de los sistemas sanitarios del mundo occidental, han sido la toma de conciencia de nuestros pacientes sobre su capacidad de decisión y la insuficiencia de recursos públicos en una economía globalizada.
Afortunadamente, los sectores más conscientes de nuestra profesión han sabido encontrar respuestas a esta situación de crisis, diseñando herramientas científicas que respondiesen adecuadamente a las nuevas demandas sociales. Entre ellas, ocupa un lugar relevante la elaboración de Guías de Práctica Clínica (GPC), que podríamos definir como «conjuntos de principios o recomendaciones elaboradas para facilitar a los médicos la toma apropiada de decisiones en la atención a los pacientes en situaciones clínicas específicas». Esta definición implica un claro interés por mejorar la calidad de la práctica médica y promover una adecuada utilización de las tecnologías disponibles.
Este nuevo enfoque sanitario, basado en las GPC, es ampliamente compartido, no sólo por nuestros líderes científicos, sino también por las Administraciones sanitarias, las Sociedades científicas y las compañías de seguros.
En nuestro país, es grato reconocer que el movimiento a favor de las GPC ha tenido sus primeras experiencias y su máximo florecimiento en el sector cardiológico. Efectivamente, un buen número de las primeras Guías Nacionales de Práctica Clínica del Ministerio de Sanidad se dedicaron a procedimientos cardiológicos, como el desfibrilador automático implantable o el stent intracoronario, contando para su elaboración con la aportación esencial de prestigiosos expertos de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Posteriormente, la propia SEC asumió la titánica tarea de consensuar la mejor práctica cardiológica posible en la España de la década de los noventa y cuyos resultados cristalizaron en la publicación de una magna obra en 57 capítulos, las «Normas de Actuación Clínica en Cardiología».
Tras esta importante labor precursora, saludamos hoy con entusiasmo al primero de sus continuadores naturales, el libro «Guías de Actuación de las Enfermedades de Corazón» del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Valladolid, cuidadosamente editado por uno de los primeros y más entusiastas veteranos del movimiento GPC, el Dr. Fernández-Avilés, y por un miembro de esa nueva generación de residentes de cardiología en la que ponemos todas nuestras esperanzas, el Dr. de la Fuente Galán.
El libro se basa esencialmente en la publicación de los protocolos adoptados por el servicio de cardiología, después de un meticuloso proceso de consenso y con un respeto absoluto de la evidencia científica, seguidos de una puesta en práctica que ha permitido evaluarlos en la realidad clínica cotidiana, durante períodos relativamente largos. Ello explica que el índice de autores incluya a todos los miembros del servicio, tanto médicos de plantilla como residentes, con la acertada incorporación de algún miembro de los hospitales de su área de influencia.
El libro comprende 23 capítulos y 7 anexos, y trata de abarcar los aspectos más fundamentales y frecuentes de la práctica clínica, en un activo servicio de cardiología de tercer nivel. La presentación es clara y el enfoque práctico, prestando un especial énfasis a las situaciones clínicas de máxima urgencia, en las que es esencial disponer de pautas precisas y ordenadas que faciliten el manejo óptimo del paciente. A esta tarea se dedica casi un 50% del libro, incluyendo sugerentes capítulos dedicados al infarto agudo de miocardio complicado, la insuficiencia cardíaca grave o la disección aórtica.
El resto de los capítulos permite una aproximación básica a las normas de actuación frente a las cardiopatías más prevalentes, valvulopatías mitral y aórtica, miocardiopatías, enfermedades del pericardio, endocarditis infecciosa, etc., debiendo mencionarse también, por su gran interés, los dedicados a la prevención secundaria, la anticoagulación en las cardiopatías o la evaluación previa a las cirugía cardíaca y no cardíaca.
En resumen, se trata de un libro muy recomendable que, por su orientación práctica y su pequeño formato, puede convertirse en un excelente compañero de nuestros médicos residentes. Además, representa un espléndido ejemplo de la tarea a realizar por todos los servicios de cardiología que pretendan mejorar la calidad de su práctica cotidiana y deseen estar preparados para la introducción de la gestión clínica, el nuevo paradigma de la gestión hospitalaria en todo el mundo.
Alejandro del Río
Madrid