Una mujer de 60 años con antecedentes de depresión acudió a cardiología para una consulta ordinaria. En el ecocardiograma se observó un seudoaneurisma apical del ventrículo izquierdo sin trombo parietal ni otra hipocinesia residual y con inversión de la onda T en las derivaciones del electrocardiograma precordial (figura 1A,B, vídeo 1 del material adicional). Seis años antes había sufrido un ictus isquémico. Durante la evaluación diagnóstica se le hizo el primer ecocardiograma transtorácico, que puso de manifiesto el seudoaneurisma apical izquierdo con trombo parietal. Empezó un tratamiento con rivaroxabán, aún en curso (figura 1C). Se le hizo una angiografía coronaria para descartar arteriopatía coronaria. La paciente presentaba una cicatriz considerable en el pecho (figura 1D). Para determinar la causa, se revisaron sus antecedentes médicos. Quince años antes se había apuñalado a sí misma en el pecho en una tentativa de suicidio, que se confirmó por el archivo de historias clínicas. Debido a la profundidad de la lesión torácica, un cirujano general, en ausencia de uno torácico, intervino a la paciente mediante cirugía de urgencia en nuestro hospital insular aislado, y se consiguió una hemostasia satisfactoria. Estuvo ingresada 10 días, sin complicaciones y en vigilancia psiquiátrica.

Figura 1

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La paciente tuvo la suerte de sobrevivir, pues es posible que el traumatismo cardiaco penetrante y potencialmente mortal causara una rotura miocárdica apical izquierda localizada que se limitó por la formación de un seudoaneurisma apical. Además, la paciente se mantuvo asintomática hasta el evento trombótico que llevó al diagnóstico de seudoaneurisma con un trombo parietal, que se eliminó por completo con anticoagulantes. Puesto que el seudoaneurisma se mantuvo estable durante años y la paciente prefirió no operarse, se seleccionó un enfoque conservador. La paciente dio su consentimiento informado para la publicación de este caso.