Hemos leído con interés el documento de consenso sobre el uso del policomprimido1 y el editorial de González-Juanatey et al.2. Se debe felicitar a los autores por su iniciativa de realizar un documento que ayude a aumentar el conocimiento sobre esta terapia y, además, determine las situaciones en las que se puede obtener beneficio de su utilización. La Sociedad Europea de Cardiología indica que la reducción en la frecuencia de administración es la medida más eficaz para mejorar la adherencia terapéutica, y se ha indicado que podría reducir los eventos cardiovasculares un 75%. Sin embargo, en nuestra opinión, este documento no aborda un aspecto que creemos es de vital importancia en prevención secundaria. Tanto en el documento de consenso como en el editorial, se subraya la necesidad del control de la hipertensión y el colesterol con hincapié en los pacientes de alto riesgo, pero no se hace ninguna mención a los pacientes con stents coronarios. Creemos que debería incluir algún comentario sobre ello, sobre todo respecto a los stents farmacoactivos, terapia utilizada en la mayoría de los pacientes con síndrome coronario agudo3, pues los datos hasta la fecha son insuficientes a nuestro juicio.
En nuestro centro hubo recientemente un caso de trombosis definitiva muy tardía de un stent de everolimus implantado 16 meses antes a un paciente al que, al año del procedimiento, se le había suspendido el clopidogrel y el ácido acetilsalicílico en sus formulaciones individuales y se había iniciado la terapia con el policomprimido4. Si bien no se puede establecer una relación de causa-efecto absoluta, creemos que sí obliga a hacer una reflexión. Debemos subrayar que no hemos encontrado en la ficha técnica del fármaco ni en los estudios realizados hasta la fecha ningún dato sobre pacientes con stents, excepto en el estudio realizado por Castellano et al.5, en el que se excluyó a los pacientes durante el primer año tras el implante de un stent farmacoactivo, pero tampoco en dicho trabajo se notifica el número o el porcentaje de pacientes incluidos con stent convencional en su primer año tras el implante o con stent farmacoactivo a partir de los 12 meses. Aunque el policomprimido sin duda alguna aporta la gran ventaja de la adherencia, algunos autores han indicado que podría no alcanzar las mismas condiciones de eficacia que sus componentes por separado, y que se debería probar la biodisponibilidad, la farmacocinética y las posibles interacciones con cada una de las formulaciones. Es más, aunque los efectos de los componentes se suponen aditivos, este hecho debería ser demostrado con estudios con cada formulación6. Este hecho podría ser particularmente relevante para los pacientes de alto riesgo. El presente documento de consenso menciona a los pacientes de más riesgo, pero solamente se refiere a la posible falta de control de la hipercolesterolemia y la hipertensión, cuando creemos que el aspecto más importante del riesgo, y además a mucho más corto plazo, es la posibilidad de trombosis del stent. Por todo ello, y hasta que no se hayan realizado estudios que incluyan a pacientes con stents farmacoactivos en el primer año, creemos que, por un lado, no debería recomendarse su utilización desde el alta como se propone y, además, se debería incluir algún comentario sobre la ausencia de datos publicados sobre su uso en este tipo concreto de pacientes.