Hojeando números atrasados de Revista Española de Cardiología y otras publicaciones de la especialidad, me topo con estudios de investigación designados con siglas y acrónimos tan chuscos como los siguientes:
CALIFA: Calidad de la Anticoagulación y Comorbilidades Asociadas en Pacientes con Fibrilación Auricular No Valvular en Consultas de Cardiología
DINO: Diabetes, Nutrición y Obesidad
ENRICA: Estudio sobre Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España
ESTROFA: Especificaciones para el Tratamiento de Flujos Automatizados
EXAMINATION: Evaluation of the Xience-V stent in Acute Myocardial Infarction
FRESCO: Función de Riesgo Española de Acontecimientos Coronarios y Otros
ICARIA: Ibermutuamur Cardiovascular Risk Assessment
OFRECE: Observación de Fibrilación Auricular y Enfermedad Coronaria en España
PAULA: Perspectiva Actual de la Situación de la Anticoagulación en la Práctica Clínica de Atención Primaria
SPAIN: Closed Loop Stimulation for Neuromediated Syncope
¿No les resulta chocante encontrar nombres de esa índole para tantos y taaantos estudios clínicos en cardiología? ¿Y no les parece que en muchos de ellos los autores se ven forzados a hacer rebuscados malabarismos con las letras —no siempre iniciales— para conseguir que formen nombres supuestamente ingeniosos? A mí la moda me resulta no solo chocante, cargante también. Pero como estudioso del lenguaje médico me llaman la atención dos aspectos. Lo primero, que la moda parece ser más intensa en cardiología que en otras especialidades médicas. Y lo segundo, que la moda no es de ahora, sino que viene de largo.
Hace más de un cuarto de siglo, allá por los años 1992-1995, el cardiólogo Tsung O. Chen (Servicio de Cardiología, Departamento de Medicina Interna, Centro Médico de la Universidad George Washington, Washington DC, EE. UU.) publicó decenas de artículos y cartas al director en revistas médicas punteras: The American Journal of Cardiology, Atherosclerosis, British Heart Journal, British Medical Journal, European Heart Journal, International Journal of Cardiology, Journal of Cardiology y The Lancet. Siempre a vueltas con un mismo monotema: el uso y abuso de siglas para dar nombre a los estudios de investigación en cardiología.
En su afán coleccionista, llegó a recopilar más de un millar de siglas y acrónimos correspondientes a ensayos clínicos y estudios cardiológicos. Llama la atención que muchas de ellas formaban palabras con sentido: AMISTAD (Acute Myocardial Infarction Study of Adenosine), CASANOVA (Carotid Artery Stenosis with Asymptomatic Narrowing: Operation versus Aspirin), CASCADE (Conventional Antiarrhythmic vs. Amiodarone in Survivors of Cardiac Arrest Drug Evaluation), CONSENSUS (Cooperative North Scandinavian Enalapril Survival Study), DIAMOND (Danish Investigation of Arrhythmia and Mortality onDofetilide), EPISODE (Evaluation Peripheral Intravascular Sonography on Dotter Effect), IMPACT (Integrelin to Manage Platelet Aggregation to Combat Thrombosis), MILESTONE (Multicenter Iloprost European Study onEndangeitis), OASIS (Organization to Assess Strategies for Ischemic Syndromes), PARADISE (Platelet IIb/IIIa Antagonism for the Reduction of Acute Coronary Events Dose Investigation and Safety Evaluation Study), PROMISE (Prospective Randomized Milrinone Survival Evaluation), QUIET (Quinapril Ischemic Event Trial), RAPID (Regional Arizona Pre-hospital Infarction Diagnosis), RESCUE (Randomized Evaluation of Salvage Angioplasty with Combined Utilization of Endpoints), SAFE (Safety After Follow-up Evaluation), SHARP (Subcutaneous Heparin in Angioplasty Restenosis Prevention), SIESTA (Snooze-Induced Excitation of Sympathetic Triggered Activity), SMILE (Survival of Myocardial Infarction: Long-term Evaluation), UTOPIA (Utilization of Platelet Inhibition in Angina) y muchas más por el estilo, igual de forzadas o más.
Llama también poderosamente la atención que dentro de este numerosísimo grupo de siglas con sentido, cinco parecen ser las áreas temáticas preferidas por los cardiólogos: términos anatómicos, otros términos médicos (como el estudio EXAMINATION arriba mencionado), topónimos (como los estudios ICARIA y SPAIN arriba mencionados), nombres de mujer (como los estudios españoles ENRICA y PAULA también arriba mencionados) y alimentos o términos gastronómicos. El mes que viene les traigo un buen puñado de ejemplos para demostrarlo.
Obra de referencia recomendada: Diccionario de dudas y dificultades de traducción del inglés médico (3.a edición), en la plataforma Cosnautas disponible en www.cosnautas.com/es/catalogo/librorojo.
Fernando A. Navarro
Consejo Editorial, Revista Española de Cardiología