La emergencia sanitaria secundaria a la pandemia por COVID-19 conllevó en España el estado de alarma el 14 de marzo de 2020. Esto ha supuesto importantes cambios en la organización de los servicios sanitarios. Sin embargo, existe una creciente preocupación por las enfermedades no relacionadas con la COVID-19. Para garantizar el mantenimiento de una atención de calidad a los cardiópatas, se debe diferenciar la actividad diferible de la no diferible con objetivos específicos. En nuestro centro esto supuso que gran parte de la actividad programada fuera pospuesta. En esta carta científica se describe la protocolización gradual de la asistencia a pacientes ambulatorios en nuestra consulta de cardiología. Este esquema organizativo se ha desarrollado con el objetivo de estratificar a los pacientes, de modo que quienes se encontraran en mala situación clínica pudieran obtener asesoramiento presencial y evitar que aquellos en situación estable tuvieran que acudir a una consulta presencial.
Durante una primera fase (del 11 al 16 de marzo de 2020), se inició el protocolo de revisiones por teléfono y se mantuvo la atención presencial de las primeras consultas con las pruebas complementarias pertinentes en un modelo de alta resolución habitual. La tabla 1 resume la atención de los pacientes realizada en las primeras 48 h de la fase 1, con un total de 278 pacientes, 202 revisiones telemáticas (72,7%) y 76 nuevos presenciales (27,3%). De estos, 14 pacientes nuevos (18,4%) decidieron no acudir, mientras que las revisiones pudieron realizarse a todos los pacientes menos 12 (5,9%) con los que no se logró el contacto telefónico y se les dio nueva cita. Tras esa fecha se inició la segunda fase, en la que todas las consultas, primeras y sucesivas, reciben atención vía telemática. Esta organización requiere el mismo número de cardiólogos que las consultas presenciales, pero permite que los profesionales con mayor riesgo por un contagio puedan ser asignados a estos puestos.
Motivos de consulta, cardiopatía previa y actuaciones realizadas en 278 pacientes
Tipo | Edad (años) | Mujeres | Motivo de consulta/cardiopatía | Pruebas realizadas | Tratamiento | Seguimiento (meses) | ||||
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Nuevos, presenciales | 76 (27) | 59±19 | 38 (61,3) | Dolor torácico | 12 (19,3) | Electrocardiograma | 53 (85,5) | Alta | 35 (56,2) | 8±10 |
Síntomas de IC | 6 (9,7) | ETT | 40 (64,5) | Cambios en el tratamiento | 8 (12,9) | |||||
Palpitaciones | 11 (17,7) | Ergometría | 5 (6,5) | Pruebas complementarias | 21 (33,8) | |||||
Mareo/síncope | 3 (4,8) | |||||||||
Soplo | 3 (4,8) | |||||||||
Alteraciones ECG | 9 (14,5) | |||||||||
Cribado familiar | 9 (14,5) | |||||||||
Otros | 9 (14,5) | |||||||||
Revisiones, teleconsulta | 202 (73) | 66±17 | 78 (41,1) | Cardiopatía isquémica | 50 (26,3) | — | Alta | 38 (20,0) | 9±5 | |
Cardiopatía valvular | 35 (18,4) | Cambios en el tratamiento | 42 (22,1) | |||||||
IC | 23 (12,1) | Pruebas complementarias | 106 (55,8) | |||||||
Miocardiopatías | 17 (8,9) | |||||||||
Arritmias | 38 (20) | |||||||||
Cardiopatía congénita | 9 (4,7) | |||||||||
Hipertensión pulmonar | 5 (2,6%) | |||||||||
Otros | 13 (6,8) |
ECG: electrocardiográficas; ETT: ecocardiografía transtorácica; IC: insuficiencia cardiaca.
Los valores expresan n (%) o media±desviación estándar.
Se habilitó un correo electrónico al que los pacientes pueden enviar informes anteriores y electrocardiogramas u otras pruebas complementarias ya realizadas. Tras la atención telefónica, los facultativos deciden qué pacientes precisan valoración urgente y quiénes son susceptibles de demorar su atención. De esta forma se organizaron las altas y las citas para valoración preferente o programada (figura 1). Por último, es posible realizar un segundo contacto telefónico con los pacientes a los que se ha realizado algún cambio terapéutico, de cara a comprobar su tolerancia y asegurar su estabilidad.
Tal y como se muestra en la tabla 1, el entorno de la teleconsulta permitió dar altas, modificar medicaciones y solicitar pruebas complementarias. La siguiente revisión clínica se estableció en una media de 9±5 meses. Con este modelo organizativo, actualmente se está ofreciendo la atención telemática de 575 pacientes de revisiones y 125 nuevos semanales. De ellos, a partir de estas llamadas se ha seleccionado cada día como prioritarios para valoración presencial solo a 2-4 pacientes (1,7-3,5%), en su mayoría pacientes con cardiopatía isquémica sintomática e insuficiencia cardiaca descompensada.
La atención presencial se ha protocolizado de la siguiente manera: a) triaje inicial por enfermera, con una breve anamnesis que incluye los síntomas sospechosos de infección por COVID-19 (fiebre, tos, mialgias) y los contactos epidemiológicos de riesgo; b) toma de temperatura mediante un termómetro de infrarrojos, y c) clasificación en 2 circuitos con salas de espera separadas; los pacientes con sospecha alta y los casos confirmados de infección por COVID-19 fueron atendidos por profesionales con grandes medidas de protección, y los demás pacientes pasaron la valoración en una consulta convencional, pero con las medidas de protección universales (mascarillas quirúrgicas, guantes, bata, etc.). En ambas vías pudieron realizarse electrocardiogramas, ecocardiogramas, analíticas sanguíneas y radiografías de tórax. Se espera que este esquema de atención haya podido disminuir el número de atenciones en urgencias y las hospitalizaciones. Además, se evita que toda la actividad de consulta quedara diferida sin fecha, con la consiguiente sobrecarga asistencial tras la pandemia.
La pandemia por COVID-19ha cuestionado la necesidad de las consultas presenciales, que deberían considerarse como segunda o última opción1. Esta pandemia tiene importantes consecuencias en la salud de los pacientes cardiópatas2,3 y afecta con mucha frecuencia al personal sanitario4. Muchos trabajadores sanitarios están en cuarentena debido a situaciones de riesgo, exposición o infección por COVID-19. Algunos médicos pueden realizar una asistencia sanitaria fundamental para la atención de los pacientes y la optimización de los recursos disponibles. La pandemia por COVID-19ha planteado un desafío único, en particular en un país con un envejecimiento tan importante de la población5, también en los servicios de cardiología.
Es pronto para evaluar el impacto asistencial global de esta forma de consulta y su capacidad resolutiva. Probablemente sean necesarios estudios prospectivos con periodos de seguimiento prolongados para evaluar sus resultados y los posibles efectos adversos y sacar conclusiones. También desconocemos las posibles implicaciones de las teleconsultas en ámbitos tan variados como el psicosocial y el legal. Sin embargo, aunque las consultas telemáticas no son la única forma de resolver este desafío6, creemos que podrían resultar adecuadas para este escenario.