Palabras clave
INTRODUCCIÓN
La insuficiencia cardíaca se ha convertido en un gran problema de salud pública en los últimos años1, siendo en la actualidad el motivo más frecuente de hospitalización en nuestro país en pacientes mayores de 75 años2. Es el síndrome que complica un gran número de enfermedades cardíacas en estadios avanzados de la enfermedad, con una prevalencia creciente debida, entre otras causas, al envejecimiento de la población y a los avances en el tratamiento de la cardiopatía isquémica, que han traído consigo una mejora de la supervivencia de los pacientes con infarto agudo de miocardio (IAM). En las naciones desarrolladas es la única enfermedad cardíaca en la que está aumentando la prevalencia y la mortalidad total2-8. Todo esto ocasiona un incremento creciente en la carga asistencial, sobre todo hospitalaria, por insuficiencia cardíaca. Por otra parte, ha cambiado su perfil clínico, al afectar a una población de pacientes con características diferentes a los de décadas pasadas, con mayores edad y comorbilidad. Se trata, además, de una complicación grave y progresiva, con una mortalidad del 50% a los 5 años, similar a la mortalidad media de todos los cánceres3.
Existe poca información recogida de forma sistemática sobre cómo se maneja la insuficiencia cardíaca en el ámbito asistencial, es decir, en una población de pacientes no seleccionada9-13 que puede diferir de la que se incluye en los principales ensayos clínicos, así como el grado de aplicación de tratamientos aceptados14-18 que se deriva de los resultados de estos ensayos clínicos19-30. Esta cuestión es interesante ya que, en los últimos 10 años, la incorporación a las guías de diagnóstico y tratamiento de los nuevos conocimientos en la fisiopatología de la insuficiencia cardíaca, la mejora y mayor acceso a procedimientos diagnósticos y terapéuticos, así como la aparición de tratamientos farmacológicos que disminuyen la mortalidad por insuficiencia cardíaca, como los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) y los bloqueadores beta, no parecen haber trasladado esta mejora en el pronóstico, observada en los ensayos clínicos, a la población general atendida por insuficiencia cardíaca31.
Existen pocos datos en la bibliografía respecto a uno de los factores que parece incidir en un diferente manejo de la insuficiencia cardíaca, como el tipo de servicio en que ingresa el paciente, es decir, cardiología frente a medicina interna y geriatría. Recientemente, un estudio italiano ha abordado el problema12 y se ha levantado una controversia en la comunidad médica acerca de qué clínicos deben ser los encargados del tratamiento de la insuficiencia cardíaca, controversia de la que se ha hecho eco la Sociedad Española de Cardiología en un reciente editorial32, que generó un número muy elevado de cartas al director.
En este trabajo se analiza el manejo hospitalario de la insuficiencia cardíaca en la comunidad gallega y las diferencias entre especialistas de cardiología e internistas-geriatras (que son los médicos más implicados en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca hospitalaria), aspecto de interés con potenciales implicaciones prácticas y del que no se dispone de información en nuestro país.
El objetivo puede concretarse en responder a la pregunta sobre si el hecho de ser tratado por diferentes especialistas (cardiología frente a internistas y geriatras) determina un manejo hospitalario distinto de la insuficiencia cardíaca.
Pacientes y método
El estudio INCARGAL (INsuficiencia CARdíaca en GALicia) es un estudio transversal, realizado en servicios seleccionados de los 14 hospitales públicos de la red del SERGAS en Galicia, en el que se estudió a pacientes ingresados de forma consecutiva con el diagnóstico principal de insuficiencia cardíaca durante un período de muestreo máximo de 6 meses. Se incluyó a 951 pacientes en esos 14 hospitales (de los centros con población asignada, no participaron dos hospitales comarcales que son fundaciones y un hospital privado concertado). En función del tamaño y la actividad previa de cada centro, se asignó (sin exceder el plazo máximo de 6 meses desde el inicio de la recogida de la muestra) la inclusión de 50, 100 o 150 pacientes con el diagnóstico principal en ese ingreso de insuficiencia cardíaca, admitidos en los servicios participantes (cardiología, medicina interna y geriatría en dos de los centros). No se incluyó a pacientes que no llegaron a ser ingresados en planta por fallecimiento o alta desde el servicio de urgencias. A todos los participantes se les solicitó, mediante consentimiento informado, su aceptación a ser incluidos en el estudio, mantener sus datos en soporte informático y, eventualmente, ser contactados para seguimiento. En el desarrollo del protocolo del estudio se incluyó una reunión entre los investigadores para consensuar una definición sindrómica de insuficiencia cardíaca14-16 de utilización habitual en la clínica. Se aceptó el diagnóstico clínico de los investigadores responsables (cardiólogos, médicos internistas y geriatras) sin realizar ninguna comprobación de la uniformidad de la utilización de los diagnósticos, con el objeto de que los pacientes reflejasen mejor la práctica asistencial, de forma que los enfermos incluidos en el estudio constituyen un compendio de lo que los clínicos reconocen como insuficiencia cardíaca en la práctica clínica.
Durante el ingreso, los investigadores participantes recogieron información directamente del paciente (o, en su defecto, de familiar cercano) conforme a un cuestionario estructurado: variables sociodemográficas (edad, sexo, estado civil, situación laboral), antropométricos (se pesó y talló a los pacientes), antecedentes personales de factores de riesgo, antecedentes clínicos y tratamiento farmacológico ambulatorio en el momento del ingreso, tipo de éste (primer ingreso o no), clínica de presentación fundamental y factores precipitantes, caracterización de la insuficiencia cardíaca (izquierda o global), y se completó con los datos proporcionados por el médico responsable referentes al manejo diagnóstico y terapéutico del paciente durante su ingreso hospitalario y en el alta. Se registraron las complicaciones durante el ingreso y la situación en el momento del alta. Se intentaba establecer siempre una causa etiológica fundamental de la insuficiencia cardíaca y, en conexión con esto, el diagnóstico de cardiopatía isquémica se basaba en la presencia de IAM previo, o la presencia de test que demostrase isquemia miocárdica o presencia de lesiones coronarias.
El tamaño de la muestra (n = 951) permite una precisión de ± 2%, con un intervalo de confianza (IC) del 95% para una estimación de prevalencia del 50% (p. ej., proporción de primeros ingresos). La fase de recogida de la muestra se inició en enero de 1999.
Análisis estadístico
La gestión y el análisis de datos se realizaron de manera centralizada. Para la descripción de variables categóricas se presentan porcentajes y la media y su desviación estándar (DE) para las variables continuas. La comparación entre grupos de las variables continuas se realizó mediante comparación de medias con el test de la t de Student y, para variables cualitativas, el contraste de hipótesis se llevó a cabo mediante el test de la χ². El error alfa aceptado para todos los contrastes de hipótesis fue del 0,05 y éstos fueron bilaterales. Se utilizó regresión logística para estimar la odds ratio (OR) y su IC del 95% de realización de diversas intervenciones diagnósticas y terapéuticas en función del servicio de ingreso, ajustado por aquellas covariables que podrían tener una influencia independiente en la variable dependiente a estudio: edad, sexo, antecedentes de demencia, IAM, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), valvulopatía, cardiopatía isquémica e hipertensión arterial (HTA), presencia de edema agudo de pulmón (EAP) y tipo de ingreso (primer ingreso o ingresos previos), variables cuya presencia en el modelo fue forzada por su probable repercusión en la variable dependiente (test diagnóstico o tratamiento) en función de su relevancia clínica. Cada OR e IC del 95% resultan de un modelo de regresión logística. Por último, se realizó un análisis de regresión con el ingreso en uno u otro servicio como variable dependiente y la inclusión de 13 variables en el modelo predictivo. Se utilizó para el análisis el paquete estadístico de SPSS, versión 9.0.
RESULTADOS
Se incluyó a 951 pacientes, 505 (53,2%) varones y 446 (46,8%) mujeres, con una media de edad de 75,5 ± 12,4 años: 78,5 ± 10,6 años las mujeres y 72,7 ± 13,5 años los varones. El 7,8% de los pacientes tenía < 60 años; el 17,7% tenía entre 60 y 69 años, el 36,4% entre 70 y 79, el 31,7% entre 80 y 89, y el 6,4% más de 90 años. El 50,8% de los pacientes (n = 486) ingresó por primera vez por insuficiencia cardíaca, en tanto que 466 (49,2%) tenía ya algún ingreso previo. La estancia media de ingreso fue de 11 ± 8 días, con una mediana de 9 días. El 38,2% de los pacientes (n = 364) ingresó a cargo de los servicios de cardiología, mientras que el 61,8% (n = 587) lo hizo en servicios de medicina interna y geriatría. En la tabla 1 se exponen las principales características de la población a estudio, globalmente considerada y por servicio de ingreso.
En cuanto a la prevalencia de factores de riesgo, sólo 4,6% de los pacientes se declaraba fumador activo, siendo 24,8% (n = 236) el porcentaje de ex fumadores. El 28,4% era diabético, el 20,1% tenía hipercolesterolemia y el 58,9% presentaba HTA, que se configura como el factor de riego de insuficiencia cardíaca más frecuente en nuestra población. Un 7,5% de los pacientes presentaba una ingesta enólica mayor de 60 g diarios. La frecuencia de cardiopatía isquémica era del 31,9% (n = 303) mientras que el 14,8% (n = 141) tenía antecedentes de IAM, el 27,6% (n = 263) presentaba algún tipo de valvulopatía, un 32,5% (n = 309) estaba catalogado de EPOC y un 7,5% (n = 71) tenía clínica de demencia. Los síntomas de presentación más frecuentes eran la disnea (95,6%), el edema (52,5%), dolor torácico (24,2%) y la oliguria (19,9). En los pacientes a los que se practicó ecocardiograma durante su ingreso (n = 490), un 25,7% presentaba disfunción sistólica severa (fracción de eyección [FE] < 35%), y un 42,7% una FE > 50%. Por sexos, cabe destacar una mayor proporción de varones con disfunción ventricular severa (35,7 frente a 16,7%; p < 0,005).
Los pacientes ingresados en servicios de medicina interna-geriatría y en cardiología constituyen, por tanto, poblaciones de pacientes distintas (tabla 1), con una diferencia estadísticamente significativa en su edad media, 5 años mayor en los servicios de medicina interna-geriatría, que presentan, además, una mayor frecuencia de mujeres y fibrilación auricular (FA). Por el contrario, en los servicios de cardiología se observa un porcentaje mayor de primeros ingresos, de varones y valvulopatías. Es de destacar que no se encontraron diferencias en la estancia media, en la mortalidad, en la prevalencia de IAM previo ni de cardiopatía isquémica evidenciada por tests diagnósticos.
En la tabla 2 se exponen las diferencias en función del servicio de ingreso en el uso de procedimientos diagnósticos y terapéuticos más habituales. Se aprecia una sensible diferencia en el manejo diagnóstico y terapéutico de los pacientes con insuficiencia cardíaca según ingresen en un servicio o en otro, con un empleo mayor de medios diagnósticos, como el ecocardiograma y el cateterismo cardíaco, así como terapéuticos: mayor ingreso en unidad de cuidados intensivos (UCI) y empleo de bloqueadores beta y de indicaciones de revascularización coronaria por parte de los cardiólogos. En la tabla 3 se presentan, estratificadas en función de primer ingreso o ingresos previos, las diferencias entre servicios en la frecuencia de realización de ecocardiograma y cateterismo cardíaco. Tanto en uno como en otro estrato se realizan con mayor frecuencia estas pruebas en los servicios de cardiología.
En la tabla 4 se exponen las OR de uso de diferentes pruebas diagnósticas en función del servicio de ingreso después de ajustar por todas aquellas variables que se consideró podrían influir en la frecuencia de uso de éstas, como se indica en el apartado Pacientes y método.
En la tabla 5 se exponen los resultados del modelo de análisis multivariado mediante regresión logística de aquellos factores que podrían tener relevancia en la decisión de ingreso de un paciente en uno u otro servicio, tomando como referencia el ingreso en el servicio de medicina interna-geriatría solamente en aquellos centros donde había la posibilidad de optar entre ambos tipos de servicios.
DISCUSIÓN
Se realizó una reunión para unificar criterios diagnósticos pero, debido a que el diagnóstico de insuficiencia cardíaca es eminentemente clínico, es posible que existan diferencias entre los centros en su aplicación. Aunque en ocasiones puede constituir un problema33, creemos que en este caso es más bien un punto fuerte del estudio, en el sentido de que los criterios de inclusión de pacientes favorecen que la población estudiada sea reflejo de la práctica clínica habitual y mejora las posibilidades de generalizar el estudio dentro del entorno en el que se ha realizado. De los 14 hospitales participantes en el estudio, tres son hospitales terciarios con servicio de cardiología, centro de referencia para hemodinámica, electrofisiología y cirugía cardíaca, con docencia y formación de residentes de cardiología, en tanto que en general los demás son hospitales con servicio de medicina interna y cardiología, con docencia (pero no de especialistas en cardiología y, en 2 centros, con servicio de geriatría). Alguno de los hospitales participantes no tienen servicio de cardiología independiente del servicio de medicina interna.
En un análisis global de la muestra destaca, en primer lugar, la edad avanzada, con una media de 75 años, superior a la de los pacientes incluidos en los principales ensayos clínicos de insuficiencia card&i acute;aca. Por otra parte, la proporción de mujeres (46,8%) fue notablemente mayor a la de la mayoría de los ensayos clínicos sobre insuficiencia cardíaca, que incluyen menos del 30% de mujeres20,21, en parte debido a su mayor edad. La primera reflexión es que, al igual que se observó en otros estudios12, los ensayos clínicos de insuficiencia cardíaca estudian a poblaciones muy diferentes a las atendidas por los clínicos.
La baja tasa de mortalidad hospitalaria (6,8%, 65 fallecimientos de 951 ingresados) coincide con los datos de la bibliografía que hacen referencia a un descenso de mortalidad por insuficiencia cardíaca2, lo cual parece debido a un aumento de frecuencia de esta afección por fallo diastólico, asociado a un mejor pronóstico y que contribuye a este aumento de la prevalencia, al cronificarse una enfermedad asociada hasta hace poco a una elevada mortalidad. En este estudio, el 42,7% de los pacientes a los que se realizó un ecocardiograma tenía una FE normal, proporción mayor a otras series, que refieren un porcentaje entre un 15 y un 30% de pacientes con síntomas clásicos de insuficiencia cardíaca con FE normal34,35. A este respecto, el factor de riesgo de insuficiencia cardíaca más frecuente en este trabajo es la HTA, presente en el 60% de los casos. La mortalidad en nuestro estudio es, además, muy similar a la observada (5,6%) en un estudio previo realizado en un hospital de los participantes en el INCARGAL13.
Como segundo punto diferencial, los pacientes atendidos por cardiólogos frente a los de internistas-geriatras tenían un perfil clínico diferente. Por servicios (tabla 1), los pacientes que ingresaron a cargo del servicio de cardiología eran más jóvenes, con una mayor proporción de varones, y se trataba de un primer ingreso, así como una mayor prevalencia de valvulopatías y de insuficiencia cardíaca izquierda. En cambio, los pacientes atendidos por internistas y geriatras eran de mayor edad, con una mayor proporción de mujeres, de insuficiencia cardíaca congestiva y de pacientes con ingresos previos por insuficiencia cardíaca, sin diferencias en la tasa de cardiopatía isquémica o IAM; también presentaban una mayor prevalencia de comorbilidad (accidente cerebrovascular [ACV], demencia, EPOC y arteriopatía).
Por lo que respecta al manejo, en el análisis univariado (tabla 2) no hubo diferencias en el uso de IECA, pero sí una prescripción mucho mayor de bloqueadores beta por parte de los cardiólogos. A pesar de ello, la proporción es baja en ambos casos. No se ha realizado un análisis de la adecuación de los tratamientos y, además, estos datos reflejan la situación presente hace 3 años, pero parece que hay un amplio margen de mejora, especialmente en el tratamiento con bloqueadores beta.
Se observó también una clara diferencia en lo que respecta a un uso más frecuente de ecocardiograma, cateterismo cardíaco, revascularización coronaria e ingreso en la UCI en los pacientes atendidos en los servicios de cardiología. La diferencia en la frecuencia de utilización de ecocardiografía y cateterismo entre los servicios está presente tanto en los pacientes en los que se trataba del primer ingreso como en los demás (tabla 3). A pesar de las diferencias indicadas en el manejo, no se registraron diferencias en la estancia media entre servicios (tabla 1).
Las diferencias en el manejo de los pacientes entre cardiólogos e internistas podría ser debida exclusivamente por ese diferente perfil de los pacientes. Las mayores edad y comorbilidad en los pacientes de medicina interna condicionarían que éstos fueran objeto de un manejo más conservador y con un menor uso de recursos diagnósticos y terapéuticos. Esto no se confirma al realizar el análisis multivariado individualizado para cada variable de diagnóstico y tratamiento, ajustando por aquellas covariables que podrían tener una influencia en la variable dependiente a estudio (tabla 4). Después de ajustar por todas estas variables, el servicio donde el paciente ingresa permanece como una variable independiente que condiciona, en general, un mayor uso de recursos diagnósticos y terapéuticos en los servicios de cardiología. Estas variaciones en el tratamiento no se acompañan de diferencias detectables en la mortalidad intrahospitalaria global, si bien la tasa de mortalidad hospitalaria fue relativamente baja. Por otra parte, los beneficios de las diferencias de manejo, de existir, serían a más largo plazo.
Se investigó qué determina que un paciente ingrese en uno u otro servicio, ya que parece que este hecho es el que condiciona de forma más importante el manejo y tratamiento de la insuficiencia cardíaca. En este análisis sólo se incluyeron los centros en los que había opción posible (cardiología o medicina interna-cardiología). Se intentó identificar los factores independientes que motivan que un paciente ingrese en un servicio de un tipo u otro, encontrándose en el análisis multivariado para las covariables estudiadas (tabla 5) que los únicos factores independientes que favorecían el ingreso en cardiología fueron presentar una valvulopatía, haber tenido un IAM previo e ingresar en EAP, en tanto que la edad avanzada, la EPOC, haber tenido un ACV, presentar FA o flúter y la demencia favorecen hacerlo en medicina interna. Por el contrario, el sexo del paciente no influye a la hora de decidir el ingreso en diferentes servicios, sin apreciarse en este aspecto un agravio del tipo síndrome de Yentl, descrito en otras enfermedades36-39.
Aunque los datos disponibles en la bibliografía son escasos, se ha podido constatar, en al menos un estudio de seguimiento clínico en un hospital terciario de los EE.UU. con programa de trasplante40, que el uso de recursos terapéuticos invasivos, como cateterismo, angioplastia, implante de marcapasos o desfibriladores, cirugía de revascularización, reemplazo valvular y trasplante cardíaco en la población de pacientes que ingresan por insuficiencia cardíaca, se ha incrementado significativamente en el decenio 1986-1996, especialmente en el trienio 1994-1996, asociándose este mayor intervencionismo con un descenso de la razón de mortalidad estandarizada (mortalidad observada/mortalidad prevista), y de la mortalidad hospitalaria ajustada, junto con una reducción en la estancia media. Al mismo tiempo no se observó un aumento de los costes desde el bienio 1990-1991, en que se produjo el máximo nivel de gasto no ajustado, disminuyendo a partir de entonces. Parece que tras un aumento en los costes iniciales, a medio plazo, la estrategia invasiva no sólo salva vidas, sino que también puede ser rentable para el sistema de salud desde un punto de vista de coste-beneficio.
Este estudio no proporciona un seguimiento que permita evaluar el impacto en el pronóstico a medio plazo en los pacientes de estas diferencias en el manejo de la insuficiencia cardíaca, por lo que serían precisos estudios adicionales. Sin embargo, las diferencias existen y son de gran magnitud y su corrección, si se considera necesaria, deberá implicar a profesionales diversos.
CONCLUSIONES
La insuficiencia cardíaca en nuestro medio es una enfermedad que afecta a pacientes de edad media avanzada con una mortalidad hospitalaria temprana no demasiado elevada, lo que puede estar en relación con la elevada proporción de insuficiencia cardíaca con función sistólica normal. Los médicos internistas y geriatras atienden a pacientes con insuficiencia cardíaca de más edad que los cardiólogos, y también a una mayor proporción de mujeres que éstos. Atender a más mujeres no se debe a sexismo en la selección de pacientes, sino a su mayor edad. Las mujeres constituyen alrededor de la mitad del total de pacientes con insuficiencia cardíaca atendidos en los hospitales, porcentaje superior a los principales ensayos clínicos sobre insuficiencia cardíaca. Existe una diferencia clara en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca por servicios. Los cardiólogos utilizan con más frecuencia los bloqueadores beta y el intervencionismo diagnóstico y terapéutico, sobre todo en la cardiopatía isquémica. Esto no se traduce en una diferente mortalidad hospitalaria temprana, pero podría implicar un pronóstico más favorable y una mejor calidad de vida futura para el paciente. Es conveniente evaluar este aspecto en un seguimiento ulterior, así como la carga asistencial futura para el sistema de salud, lo que permitirá valorar el coste-beneficio de las nuevas medidas terapéuticas en la insuficiencia cardíaca en esta población de edad avanzada.
CENTROS E INVESTIGADORES PARTICIPANTES EN EL PROYECTO INCARGAL
Investigador principal: Alfonso Castro Beiras.
Centro coordinador: ODDS, S.L.: Javier Muñiz García y Alberto García Castelo.
Hospital Juan Canalejo. A Coruña. Servicio de Cardiología: José Ángel Rodríguez Fernández, Beatriz Bouzas Zubeldia, Ignacio Mosquera Pérez y Lorenzo Monserrat Iglesias. Servicio de Medicina Interna: Vicente Ramos Polledo, Fernando de la Iglesia Martínez, Ricardo Nicolas Miguel y Carlos Pellicer Vázquez.
Hospital Arquitecto Marcide. Ferrol. Servicio de Medicina Interna: Pascual Sesma Sánchez y Carlos González González.
Hospital Clínico Universitario. Santiago. Servicio de Medicina Interna: Vicente Lorenzo Zúñiga, María Rosario Alende Sixto, Carmen Mella Pérez, Emilio Manuel Padín Paz y Iago Villamil Cajato.
Hospital De Conxo. Santiago. Servicio de Medicina Interna: Antonio Pose Reino. Hospital Xeral-Calde. Lugo. Servicio de Cardiología: Juan Vidán Martínez y Ricardo Izquierdo González. Servicio de Xeriatría: Fernando Veiga Fernández, José Ramón Martínez Calvo y Manuel Melero Brezo.
Hospital Comarcal De Burela. Lugo. Servicio de Cardiología: José Antonio Lombán Villanueva.
Hospital Comarcal de Monforte. Servicio de Cardiología: Nicolás Bayón Meleiro.
Hospital Santa Maria Nai. Orense. Servicio de Cardiología: Miguel Pérez de Juan Romero, María Dolores Collell Mach y Rosa Mojón Perezy. Servicio de Medicina Interna: Manuel de Toro Santos, Amalia Cadavid Rodríguez, Serafín Pérez Pombo, Justa Rego Villa Amor, Miguel Ángel Rodríguez Quintela y Elvira Rodríguez Torres.
Hospital Cristal Piñor. Ourense. Servicio de Cardiología: Evaristo Freire Castroseiros. Servicio de Medicina Interna: Ovidio Fernández y Manuel Jiménez Martínez.
Hospital Comarcal de Valdeorras. Servicio de Medicina Interna: Josep Masferrer Serra y A. Eneriz Calvo.
Hospital Xeral-Cíes. Vigo. Pontevedra. Servicio de Cardiología: Hugo Torrealday Taboada y José Penas Cortés. Servicio de Medicina Interna: Bernardo Sopeña López.
Hospital Do Meixoeiro. Servicio de Cardiología: M. Victoria Platero Vázquez, E. Martín y Estrella Pérez Fernández. Servicio de Medicina Interna: José Carlos Medraño Martínez. Servicio de Geriatría: Carlos Rodríguez Pascual, M.a Luz López Blanco y M. Teresa Olloz Chiva.
Hospital Montecelo de Pontevedra. Servicio de Cardiología: Juan Raúl Casariego Rosón, Rodrigo Medina Alba,Benito Puente Rodero y Pedro Vigil Escalera.
Hospital Provincial de Pontevedra. Servicio de Cardiología: Manuel Silva Martínez, Concepción Fernández Costa y M.a José Pedros Cuadrillero. Servicio de Medicina Interna: Antonio Martínez Muradas.
Correspondencia: Dr. A. Castro Beiras.
Instituto de Ciencias de la Salud. Hospital Marítimo de Oza
Edificio El Fortín.
As Xubias, s/n. 15006 La Coruña. España.
Correo electrónico: alcabe@arrakis.es