Palabras clave
INTRODUCCIÓN
La aterectomía rotacional (AR) es un dispositivo útil en el tratamiento percutáneo de lesiones coronarias angiográficamente desfavorables, como las estenosis largas, complejas, ostiales, bifurcadas y calcificadas, así como en lesiones no dilatables con balón y en reestenosis de arterias previamente tratadas1-13. Por otra parte, los pacientes a los que se realiza AR tienen habitualmente una edad más avanzada y una mayor prevalencia de diabetes e infarto previo14. Estas características confieren a los pacientes tratados con AR un perfil clínico y angiográfico de un relativo alto riesgo, por lo que las tasas de complicaciones suelen ser más elevadas en estos enfermos en comparación con los tratados mediante angioplastia con balón o con otros dispositivos14. En varios estudios se ha analizado qué variables angiográficas se asocian a una menor tasa de éxito angiográfico y una mayor incidencia de complicaciones de la AR6,14-17. Los objetivos del estudio fueron: a) establecer la tasa de complicaciones mayores de la AR en nuestro medio, y b) identificar las características clínicas asociadas a una mayor incidencia de eventos cardíacos mayores (ECM) en pacientes tratados con AR.
PACIENTES Y MÉTODO
Población de estudio
La población de estudio está compuesta por los 800 pacientes que fueron tratados mediante AR en nuestro centro entre 1993 y 1999. La indicación para la realización de la AR se llevó a cabo individualmente, de acuerdo con el criterio del cardiólogo intervencionista. En 512 pacientes (64%), la AR se realizó para tratar lesiones de novo (en especial lesiones largas, complejas o calcificadas). La AR se realizó para tratar lesiones reestenóticas en los restantes 288 pacientes (36%) (reestenosis intra-stent en 227, de angioplastia con balón en 38, de AR en 21, y de láser en 2 casos).
Procedimiento
El cateterismo cardíaco se realizó mediante abordaje de la arteria femoral, con un catéter guía de 6-9 French. El intervencionismo se llevó a cabo con el dispositivo de AR Rotablator® (Rotational Angioplasty System, Boston Scientific Corporation). Se realizó ablación durante breves períodos de tiempo (5-15 s), comenzando a 170-190 rpm. Los datos relativos al procedimiento se exponen en la tabla 1. El número medio de olivas utilizadas por paciente fue 1,54 ± 0,54 (rango, 1-4). En 106 enfermos (20,1%) se realizó revascularización percutánea de más de una arteria coronaria (número de vasos tratados por paciente: 1,23 ± 0,44), y en 51 (6,4%) se realizó AR en más de una arteria durante el mismo procedimiento. El tamaño de la oliva utilizado inicialmente fue de 1,66 ± 0,22 mm y el final de 1,85 ± 0,28 mm. En la mayoría de los pacientes (95,4%) se realizó dilatación con balón tras la AR, y en el 34,1% se implantó al menos un stent coronario, según el criterio del cardiólogo intervencionista. El introductor arterial se retiró 5-8 h tras la finalización del procedimiento.
Anticoagulación y terapia antiplaquetaria
Todos los pacientes recibieron 8.000-10.000 U de heparina sódica intravenosa (i.v.) al inicio del procedimiento. Una hora después, en caso de que no hubiera finalizado el procedimiento, se determinó el tiempo de activación del coágulo (ACT, activated clotting time)
y se administraron nuevas dosis de heparina i.v. en caso de ser necesario para mantener un ACT superior a 300 s. No se empleó tratamiento anticoagulante de rutina tras el procedimiento.
En todos los pacientes se administraron 150-300 mg/día de aspirina por vía oral. Los enfermos en los que se implantó al menos un stent coronario recibieron, además, ticlopidina (500 mg como dosis de carga y posteriormente 250 mg, 2 veces al día, durante 4 semanas). Desde agosto de 1999, la ticlopidina fue sustituida por clopidogrel (dosis de carga de 300 mg y posteriormente 75 mg/día durante 4 semanas).
Se administró abciximab (Reopro®, Lilly, Centocor) en 29 pacientes (3,6%). En estos enfermos, la dosis inicial de heparina fue de 5.000 U y el ACT objetivo 200-250 s.
Se realizaron determinaciones de las concentraciones plasmáticas de creatinfosfocinasa (CPK) y de la fracción MB de la CPK (CPK-MB) cada 8 h durante las 24 h siguientes al procedimiento.
Definiciones
Éxito angiográfico: en presencia de flujo coronario de grado TIMI (Thrombolysis In Myocardial Infarction) 2 o 3, y una estenosis residual < 50% al finalizar el procedimiento.
Eventos cardíacos mayores: muerte, infarto de miocardio con onda Q y nueva revascularización del vaso tratado durante la estancia hospitalaria.
Infarto de miocardio: elevación de las cifras séricas de CPK >= 2 veces el límite superior de la normalidad, con una elevación de la banda miocárdica (CPK-MB) >= 10% del total de la CPK.
Disfunción ventricular izquierda: fracción de eyección ventricular izquierda < 50%, determinada mediante ecocardiografía transtorácica o por ventriculografía.
Hemorragia mayor: aquella que requirió transfusión sanguínea.
Oclusión: a) aguda: la que ocurrió en las primeras 24 h después de finalizar el procedimiento, y b) subaguda: aquella que tuvo lugar más allá de las primeras 24 h tras el procedimiento.
La codificación de los factores de riesgo y otros antecedentes se realizó de acuerdo con la historia clínica previamente conocida por el paciente y/o su familia. La situación clínica se consideró: a) infarto agudo de miocardio: infarto de miocardio de < 12 h de evolución; b) postinfarto: infarto de miocardio en el mes previo, una vez pasada la fase aguda; c) angina inestable: pacientes hospitalizados con el diagnóstico de angina inestable (reciente comienzo, progresiva o reposo), pudiendo el paciente estar estabilizado con tratamiento farmacológico; d) angina estable: angina de esfuerzo clínicamente estable en el mes previo, y e) otras: pacientes sin angina pero con prueba de esfuerzo positiva, signos de isquemia o viabilidad miocárdica en el ecocardiograma de estrés o en la gammagrafía de perfusión miocárdica.
Análisis estadístico
Las variables continuas se expresan como media ±desviación estándar, y las variables discretas como proporciones (porcentajes). El parámetro de valoración primario del estudio (ECM) fue la combinación de muerte o infarto de miocardio con onda Q, o nueva revascularización del vaso tratado durante la fase hospitalaria. En primer lugar se realizó un análisis univariado con el objeto de identificar qué variables se encontraban asociadas a una mayor tasa de ECM. La comparación de dos medias se estudió mediante el test de la t de Student, y la comparación de proporciones mediante el test de la *2. Se realizó análisis multivariado (regresión lineal) para identificar los predictores independientes de ECM. En el análisis multivariado se estudiaron no sólo las variables asociadas estadísticamente en el análisis univariado, sino todas las variables que podrían influir de manera potencial en los resultados. Para estudiar los cambios observados en el pronóstico de los pacientes a lo largo de los años se utilizó la prueba de tendencia lineal de Mantel-Haenzsel. Los intervalos se expresan con un intervalo de confianza (IC) del 95%, y las asociaciones se consideraron estadísticamente significativas en presencia de un valor de p < 0,05, aunque todos los valores de p < 0,10 son especificados en los resultados.
RESULTADOS
Características basales
Las características basales se exponen en la tabla 2. La edad media fue de 67 ± 10 años y el 71% de los pacientes eran varones. Es de destacar que el 36% de los pacientes eran diabéticos, el 22% tenían disfunción ventricular izquierda y el 49% habían padecido un infarto previo (reciente o antiguo). En 21 pacientes (2,6%) se trató el tronco principal de la coronaria izquierda y en 507 (63,4%) la descendente anterior.
Evolución hospitalaria y complicaciones
Se obtuvo éxito angiográfico en 791 pacientes (98,9%). Los eventos clínicos y las complicaciones se exponen en la tabla 3. Un total de 17 pacientes (2,1%) fallecieron, 16 (2,0%) sufrieron un infarto con onda Q (en tres de ellos, fatal), 30 (3,8%) un infarto sin onda Q, y se realizó una nueva revascularización del vaso tratado en 28 (3,5%) (angioplastia en 25, cirugía de derivación coronaria en dos, y ambos en un paciente). El parámetro de valoración combinado de muerte, infarto con onda Q o nueva revascularización del vaso tratado ocurrió en 52 pacientes (6,5%). La causa del fallecimiento fue shock cardiogénico en 9 casos (52,9%), parada cardíaca durante el procedimiento en tres (17,7%), oclusión aguda o subaguda en tres (17,7%) y muerte súbita de probable origen arrítmico después de finalizar el procedimiento en dos (11,8%).
Se documentó reoclusión de la arteria en 18 pacientes (2,3%), siendo en 13 casos aguda y en cinco subaguda (tabla 4). Otras complicaciones fueron: perforación coronaria en 8 pacientes (1,0%) (en ninguno de los casos fue fatal), hemorragia mayor en 49 (6,1%) y accidente cerebrovascular isquémico en uno (0,1%). De los 8 casos en los que se produjo perforación coronaria, en dos la arteria se ocluyó con un dispositivo de coil, en otros dos se trató con éxito mediante stent recubierto y en un caso fue tratada con inflado prolongado con balón. En los 3 pacientes restantes, la extravasación de contraste fue de escasa cuantía, por lo que recibieron tratamiento conservador.
Cambios observados a lo largo de los años (fig. 1)
Fig. 1. Cambios observados a lo largo de los años en el porcentaje de complicaciones tras aterectomía rotacional. CC: cirugía coronaria; RAT: revascularización de la arteria tratada.
A lo largo de los años se observó una progresivamente creciente utilización de stent coronario (desde el 4,8% en 1993 hasta el 55,9% en 1999; Mantel-Haenzsel: p < 0,001) y de abciximab (desde el 0% en 1993 hasta el 11,9% en 1999; Mantel-Haenzsel: p < 0,001).
Se observó una reducción progresiva de cirugía coronaria (desde el 7,0 hasta el 0%; Mantel-Haenzsel: p < 0,001) y de revascularización quirúrgica o percutánea de la arteria tratada (desde el 10,8 hasta el 2,3%; Mantel-Haenzsel: p = 0,023). No se observaron diferencias significativas en las tasas de éxito angiográfico (desde el 94,7 hasta el 99,3%; Mantel-Haenzsel: p = NS) ni en la tasa de muerte o infarto con onda Q (desde el 4,7 hasta el 3,6%; Mantel-Haenzsel: p = NS). Existió una tendencia estadística hacia una reducción en la incidencia de reoclusión del vaso tratado (desde el 5,4 hasta el 0%; Mantel-Haenzsel: p = 0,097).
Características asociadas con el pronóstico
En la tabla 5 se expone la incidencia de ECM en los diferentes subgrupos de pacientes, que fue mayor en presencia de las siguientes características: diabetes (el 8,9 frente al 4,4%; p = 0,014), contexto clínico de síndrome coronario agudo (el 7,6 frente al 3,3%; p = 0,015), enfermedad multivaso (el 8,6 frente al 3,3%; p = 0,002), arteria diferente de la coronaria derecha como vaso tratado (el 7,0 frente al 1,7%; p = 0,013), AR realizada en > 1 vaso (el 10,7 frente al 4,7%; p = 0,004), fracaso angiográfico (el 62,5 frente al 5,5%; p < 0,001) y AR realizada para tratar lesiones de novo (el 8,4 frente al 2,5%; p < 0,001).
El análisis multivariado reveló tres predictores independientes de ECM: fracaso angiográfico, diabetes y AR como tratamiento de lesiones denovo (tabla 6). Dado que puede ser discutible la inclusión del fracaso angiográfico como variable dependiente se realizó también un segundo análisis multivariado eliminando esta variable. En este caso, sólo fueron dos los predictores independientes de ECM: diabetes (OR: 2,14; IC del 95%: 1,14-4,02; p = 0,017) y lesión de novo (OR: 3,77; IC del 95%: 1,68-10,06; p = 0,003).
DISCUSIÓN
Resultados de la aterectomía rotacional
En esta serie, la mortalidad precoz de los pacientes tratados con AR fue del 2,1%, y la de infarto de miocardio del 5,8% (2,0% con onda Q, y 3,8% sin onda Q). Estos datos no son diferentes de los de otros estudios previamente publicados sobre AR, que sitúan la mortalidad en el 0-3%, la tasa de infarto con Q en un 0-3,4% y la de infarto sin onda Q en el 0-19%, en función de los criterios de selección de los pacientes y las características angiográficas de las lesiones tratadas5,6,8,12-19. La necesidad de una nueva revascularización en el 3,5% de los pacientes, la reoclusión en un 2,3% y una tasa de perforación del 1% son también resultados esperables.
La tasa de éxito angiográfico en nuestra serie fue elevada (98,9%), aunque en los casos realizados en los primeros años se situaba alrededor del 95%. En este sentido, tampoco existen discrepancias significativas con el resultado de otros autores, que sitúan la tasa de éxito angiográfico entre el 76 y el 100%5,6,8,12-19. En nuestra serie se realizó dilatación con balón tras la AR en la mayor parte de los pacientes, y este hecho puede haber contribuido a la elevada tasa de éxito angiográfico obtenida. La dilatación con balón tras la AR no parece disminuir la tasa de reestenosis20, pero incrementa el diámetro luminal mínimo por disección y expansión del vaso20,21, y puede ser necesaria para tratar algunas complicaciones producidas por la AR20, así como para obtener un resultado angiográfico satisfactorio en el 15-20% de las lesiones tratadas16,22, especialmente en lesiones calcificadas11. En el estudio de Teirstein, donde no se utilizó balón tras la AR, se obtuvo éxito angiográfico tan sólo en el 76% de los pacientes6. Sin embargo, en estudios posteriores en los que como en nuestro caso se utilizó dilatación con balón tras la AR en la mayor parte de los pacientes, la tasa de éxito angiográfico se sitúa alrededor del 95% para las lesiones denovo7,9,10, y cercana al 100% en el tratamiento de reestenosis12,13.
A lo largo de los años se observó una reducción significativa de la tasa de revascularización precoz del vaso tratado. El aumento en la tasa de éxito angiográfico y la disminución de la tasa de reoclusión y de muerte o infarto con onda Q no fatal no alcanzaron significación estadística. Algunos autores han comunicado una mejoría de los resultados a lo largo de los años. Esto puede atribuirse, por una parte, al incremento en la utilización de stent y abciximab, pero también a la mayor experiencia y mejoría de la técnica16,17,23.
Factores asociados a una peor evolución
Algunas características angiográficas se asocian a una menor tasa de éxito angiográfico y/o una mayor incidencia de complicaciones periprocedimiento. Así ocurre con las lesiones tipo C, difusas, bifurcadas, excéntricas, tortuosas, severas, así como con las lesiones de novo y la existencia de varias estenosis6,14-17,24. En nuestro estudio, como dato más importante, algunas variables sencillas se asociaron a un mayor riesgo de ECM durante la hospitalización. Estas variables fueron la diabetes, el diagnóstico de angina inestable o infarto de miocardio en el momento del ingreso, la enfermedad multivaso, cuando el vaso tratado era diferente del de la coronaria derecha, la AR realizada en más de un vaso, el fracaso angiográfico y la AR efectuada en lesiones denovo. En el análisis multivariado, el fracaso angiográfico, la diabetes y las lesiones denovo fueron predictores independientes de ECM. Tras eliminar el fracaso angiográfico como variable dependiente, los predictores independientes de ECM fueron la diabetes y las lesiones denovo.
El fracaso angiográfico y la diabetes son características asociadas a un peor pronóstico tras los procedimientos de revascularización percutánea16,24,25. En el estudio de Warth et al, el éxito angiográfico fue superior en las arterias previamente tratadas (reestenosis)16. Por otra parte, la AR realizada en reestenosis se asocia a una tasa de éxito angiográfico cercana al 100%, con una tasa mínima de complicaciones, especialmente en la reestenosis intra-stent12,13; en este último caso es probable que sea debido a que el stent previamente implantado protege a la arteria contra el daño que pueden producir las olivas sobre la pared arterial26. En nuestra serie, el tratamiento de lesiones de novo se asoció de manera significativa a una mayor incidencia de ECM (el 8,4 frente al 2,5%) y fue un predictor independiente en el análisis multivariado.
El sexo femenino habitualmente se asocia a peores resultados de los procedimientos de angioplastia y de AR16,17,24. En el estudio de Ellis et al las mujeres tuvieron mayor incidencia de ECM17 y en la serie de Warth et al mayor tasa de infartos sin onda Q16. Sin embargo, aún existen controversias al respecto. Así, en el estudio de Brown et al los varones tuvieron mayor incidencia de muerte, infarto con onda Q o nueva revascularización a un año14. En nuestro estudio se apreció en las mujeres un incremento de la tasa de ECM de un 40% con respecto a los varones. En cualquier caso, el sexo femenino no fue un predictor independiente de ECM en el análisis multivariado.
En cuanto a la posible influencia de la situación clínica del paciente, no existen datos claros al respecto. En la serie de Ellis et al, los pacientes con clínica de angina inestable no presentaron peores resultados17. En el estudio de Tanajura et al, los enfermos con clínica de síndrome coronario agudo presentaron una mortalidad similar y una tasa inferior de éxito angiográfico que no fue significativa, aunque presentaron mayor incidencia de eventos tardíos27. En nuestro estudio, aunque la situación clínica no fue un predictor independiente en el análisis multivariado, los pacientes con síndrome coronario tuvieron mayor incidencia de ECM.
La enfermedad multivaso se asocia a mayor riesgo de complicaciones en el intervencionismo coronario en general y en la AR24,25,28. En nuestro estudio, los pacientes con enfermedad multivaso tuvieron una incidencia de ECM casi tres veces superior a la de los enfermos con enfermedad de un vaso. Esto fue así especialmente en los casos en los que se realizó AR en más de una arteria durante el mismo procedimiento, subgrupo en el que se observó una incidencia de ECM superior al 10%.
Existen controversias con respecto la influencia del vaso tratado sobre los resultados de la AR. En el estudio de Ellis et al, los pacientes en los que se trató la coronaria derecha tuvieron más complicaciones17, al contrario que en nuestro estudio. En el estudio de Warth et al, los pacientes en los que se trató el tronco principal de la coronaria izquierda tuvieron un mayor riesgo de complicaciones16. En nuestro estudio, el 25% de los enfermos en los que se trató esta arteria presentaron alguna complicación mayor.
Es destacable el hecho de que algunas características habitualmente consideradas como de mayor riesgo en el intervencionismo coronario, como la edad, la disfunción ventricular izquierda y el infarto previo, no se asociaron a una mayor tasa de ECM en nuestro estudio. Aunque existen discrepancias, la influencia de la edad en los resultados de la AR no parece ser importante16,17,29. Durante la AR es frecuente que se produzcan alteraciones reversibles de la contractilidad segmentaria del ventrículo izquierdo30. En teoría, estas alteraciones reversibles podrían tener un efecto deletéreo más evidente en pacientes con disfunción ventricular izquierda y/o con infarto previos16, pero la influencia de estas variables sobre los resultados de la AR tampoco parece clara17. Por tanto, aparentemente, cuando las características de las lesiones a tratar lo requieran, la AR puede realizarse en pacientes de edad avanzada y en aquellos con infarto previo y/o disfunción ventricular izquierda sin un incremento significativo de la incidencia de ECM.
El stent ha demostrado mejorar los resultados a corto y largo plazo en pacientes tratados con angioplastia con balón31. En cuanto al papel del stent en el contexto de la AR, sin duda puede ser importante, tanto para tratar algunas complicaciones del procedimiento (disecciones y oclusiones agudas) como para mejorar los resultados angiográficos inmediatos, especialmente en lesiones calcificadas. Sin embargo, el beneficio de la implantación electiva de stent coronario tras la AR está aún por demostrar y existen argumentos que pueden apoyar o ir en contra de su utilización. En el estudio de Hoffman et al, los pacientes tratados con stent tras la AR sobre lesiones calcificadas tuvieron una mejor evolución a medio plazo, pero también se observó una mayor tendencia a la incidencia de infartos sin onda Q7. Moussa et al demostraron que en lesiones calcificadas, la implantación de stent tras la AR se asocia a una tasa de reestenosis similar a la de la implantación de stent en lesiones no calcificadas9. Por otra parte, la AR puede producir alteración de la microcirculación coronaria y enlentecimiento del flujo coronario, hechos que podrían favorecer la trombosis del stent. Sin embargo, en el estudio de Moussa et al, las tasas de trombosis aguda y subaguda del stent fueron del 1,9 y del 0,9%, respectivamente, que pueden considerarse aceptables9. Otro inconveniente teórico de la implantación de stent tras la AR es que podría favorecer la producción de disecciones adyacentes, teniendo en cuenta que con frecuencia las lesiones tratadas mediante AR son calcificadas. En nuestra serie se observó una tendencia a una mayor tasa de eventos en los pacientes tratados con stent, pero la asignación a recibir o no stent no se llevó a cabo de forma aleatoria y es probable que los pacientes tratados con stent tuvieran peores características angiográficas, y en muchos de los casos la implantación del stent se llevó a cabo de forma no electiva.
El abciximab también ha demostrado mejorar los resultados obtenidos con angioplastia con balón o con stent coronario32, pero su papel en el contexto de la AR aún está por definir. Aunque en el estudio de Koch et al la administración de abciximab se asoció a una menor frecuencia y cuantía de los defectos de perfusión tras la AR33, ningún estudio ha demostrado por el momento su beneficio clínico. En nuestra serie, los pacientes tratados con abciximab no tuvieron una diferencia significativa en la tasa de eventos; como en el caso del tratamiento con stent, la asignación a recibir o no abciximab no se realizó de forma aleatorizada, y los grupos en este caso también pueden no ser comparables.
Limitaciones del estudio
En primer lugar, el estudio se llevó a cabo de forma retrospectiva, con las limitaciones que ello conlleva. En segundo lugar, debido a que no se dispone de datos angiográficos en gran parte de los pacientes, no ha sido posible analizar la influencia que algunas variables angiográficas, como las características angiográficas de la lesión tratada y el cociente entre el diámetro de la oliva y el diámetro del vaso, puedan haber desempeñado en la evolución de los pacientes. En estudios previos ya se ha demostrado que la tasa de complicaciones periprocedimiento es directamente proporcional a la longitud de la lesión, a la angulación del vaso y al cociente oliva/vaso (agresividad de la estrategia). En tercer lugar, no se ha realizado un seguimiento posthospitalario, por lo que no se ha podido determinar la posible influencia de las variables estudiadas sobre el pronóstico a medio y largo plazo de los pacientes.
Conclusiones e implicaciones prácticas
En nuestro medio, la tasa de complicaciones mayores asociadas a la AR es similar a la previamente publicada.
Por otra parte, a pesar de sus limitaciones, este estudio demuestra que algunas variables sencillas pueden asociarse a una mayor tasa de ECM en pacientes tratados con AR. Aunque aún está por determinar el beneficio de terapias adyuvantes en pacientes tratados con AR, quizás en estos enfermos deba extremarse la utilización de estas medidas. Por otra parte, aunque no fue un predictor independiente en el análisis multivariado, los pacientes que fueron tratados mediante AR en más de una arteria en el mismo procedimiento presentaron una mayor tasa de eventos, y quizá pueda no ser recomendable esta estrategia en la mayor parte de los enfermos.
Por el contrario, como dato también importante, la AR no se asoció a una tasa mayor de ECM en algunos subgrupos habitualmente considerados como de alto riesgo, como los ancianos y los pacientes con infarto previo y/o disfunción ventricular izquierda.
Correspondencia: Dr. E. García. Cardiología Intervencionista. Servicio de Cardiología. Hospital Gregorio Marañón. Doctor Esquerdo, 46. 28007 Madrid. Recibido el 25 de abril del 2000. Aceptado para su publicación el 13 de noviembre del 2000.