Sra. Editora:
Tras la lectura del trabajo presentado por Castrejón et al1, relativo a los resultados del empleo de hipotermia moderada (HT) en pacientes recuperados de parada cardiorrespiratoria (PCR) por fibrilación ventricular o taquicardia ventricular sin pulso, deseamos en primer lugar felicitar a los autores por el desarrollo del estudio, dado que se trata de un tema de gran actualidad y de sumo interés por la relevancia que en la salud pública tiene la PCR súbita2.
Asimismo nos gustaría destacar, a propósito de esta publicación, la necesidad de disponer en todas la unidades coronarias y unidades de cuidados intensivos que atienden a los pacientes tras la recuperación de una PCR de protocolos que incluyan no sólo la HT3, sino —además de las dos medidas básicas iniciales, HT y reperfusión coronaria, que pueden y deben realizarse simultáneamente si están indicadas4— toda una serie de medidas «basadas en objetivos terapéuticos» que contengan aspectos relativos a la estrategia de ventilación asistida, el control de la glucemia, la valoración y el soporte hemodinámicos, la monitorización de la utilización tisular de oxígeno, la sedación y el bloqueo neuromuscular, el control y la prevención de convulsiones y mioclonías y, finalmente, la evaluación del pronóstico neurológico y de discapacidad de los supervivientes de la PCR, como método de evaluación de los cuidados aplicados a los pacientes5.
En esta línea, el comité directivo del Plan Nacional de Resucitación Cardio-Pulmonar de la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) ha elaborado un documento de consenso sobre cuidados tras parada cardiaca6 en el que se hace referencia a dichos aspectos y que consideramos de gran interés para todos los profesionales que prestan atención a estos pacientes.
Las acciones que conectan a la víctima de una PCR súbita con su supervivencia se denominan cadena de supervivencia. Estas acciones incluyen el reconocimiento precoz de la situación de urgencia y activación de los servicios de emergencia, resucitación cardiopulmonar precoz, desfibrilación precoz y soporte vital avanzado, junto con cuidados posteriores si la víctima se recupera de la parada cardiaca. El eslabón final se centra en la conservación de las funciones vitales, en especial del corazón y el cerebro. Estas medidas son fundamentales para recobrar una adecuada calidad de vida, pues la adecuación del tratamiento durante la fase posterior a la recuperación de la circulación espontánea afecta al resultado de ésta7.
Existen diferencias sustanciales en la forma en que se trata a los supervivientes inconscientes de PCR en las primeras horas y los primeros días tras el restablecimiento de la circulación espontánea. Esas diferencias pueden ser la razón de la variabilidad de los resultados entre hospitales8,9, lo que confirma la necesidad de potenciar el último eslabón10, fundamentalmente para intentar conseguir el objetivo final de mejorar la supervivencia de los pacientes que sufren una PCR; algunos autores incluso han propuesto añadir un quinto eslabón que incluya los cuidados tras la parada como elemento diferenciado11.