Aportamos dos casos de infección de prótesis de aorta ascendente, evaluamos el tratamiento realizado y revisamos la bibliografía.
En el primer caso se trata de un varón de 77 años con antecedentes de hipertensión arterial, úlcera gástrica y tabaquismo que —7 meses después de cirugía de disección de aorta tipo A, con recambio de aorta ascendente supracoronaria por prótesis de dacrón— presentó drenaje purulento por esternotomía. La tomografía computarizada torácica mostró seudoaneurisma aórtico fistulizado a piel a través del esternón (fig. 1). Se reintervino por esternotomía media; se entró en circulación extracorpórea por vasos femorales; se efectuó hipotermia profunda y parada circulatoria tras la colocación de vent por minitoracotomía izquierda, y se limpió material purulento con reparación de dehiscencia anastomótica conservando la prótesis de dacrón original. Finalmente se cubrió la prótesis y el espacio retroesternal con omentum abdominal (omentoplastia). Los hemocultivos fueron negativos, y en los cultivos del drenaje de la fístula, así como del material periprotésico y del seudoaneurisma, se aisló Staphylococcus epidermidis. El paciente recibió 6 semanas de tratamiento intravenoso con vancomicina, rifampicina y gentamicina. Se desescaló a vía oral con linezolid y rifampicina durante 4 semanas y por toxicidad hematológica se suspendió linezolid y se sustituyó por trimetoprim-sulfametoxazol con rifampicina durante 26 semanas. Se retiró la antibioterapia, sin evidencia clínica, analítica, microbiológica o de imagen (tomografía computarizada y gammagrafía con leucocitos autólogos marcados con tecnecio) (fig. 1) de actividad infecciosa. Tras 36 meses de seguimiento, no se ha evidenciado recidiva.
El segundo caso es el de un varón de 57 años sin enfermedades previas que presentaba un cuadro febril prolongado. Se había realizado 19 meses antes cirugía por aneurisma de aorta ascendente e insuficiencia aórtica, en la que se implantó tubo de dacrón valvulado Carboseal 27 con reimplante de ostia coronarios. La tomografía computarizada torácica mostró gran seudoaneurisma de aorta ascendente (fig. 2). Se desestimó el recambio protésico por la elevada complejidad técnica y el alto riesgo quirúrgico. Se reintervino al paciente por esternotomía media, entrando en circulación extracorpórea por vasos femorales. Se realizó parada circulatoria e hipotermia profunda. Se limpiaron los abundantes trombos del seudoaneurisma, y se reparó una dehiscencia anastomótica y se conservó el tubo valvulado implantado previamente. Se efectuó omentoplastia para cubrir la prótesis original. Los hemocultivos fueron negativos y en el cultivo del material periprotésico y del seudoaneurisma se aisló S. epidermidis. Se le trató por vía intravenosa con vancomicina y gentamicina durante 6 semanas y con linezolid 18 semanas más. Por hemotoxicidad se suspendió linezolid, y en ausencia, según antibiograma, de otra alternativa antibiótica oral o de datos de actividad infecciosa clínicos, analíticos, microbiológicos y de imagen (fig. 2), se suspendió el tratamiento. Tras 36 meses de seguimiento no se ha detectado recidiva.
Presentamos dos casos de infección de prótesis de aorta ascendente. En ambos la ausencia de seudoaneurisma en los controles ecocardiográficos precoces tras la cirugía del implante protésico indica que el mecanismo de formación del seudoaneurisma es infeccioso. La evolución ha sido favorable mediante limpieza y reparación quirúrgica local, manteniendo la prótesis original cubierta con el omentum, seguida de antibioterapia prolongada.
La infección de prótesis de aorta ascendente es una entidad infrecuente (0,9-2%) pero grave, con una mortalidad superior al 40%1. El tratamiento recomendado es el recambio de la prótesis infectada unido a antibioterapia, pero el recambio protésico en ocasiones no es factible. Hay casos en los que se ha preservado la prótesis infectada con éxito terapéutico; la técnica más aceptada es la limpieza y reparación quirúrgica local apoyada con omentoplastia2,3. Esta opción, que debe considerarse de último recurso, es útil cuando el recambio de la prótesis es técnicamente imposible o acontece en pacientes con comorbilidad grave o edad avanzada4. En estos casos, la persistencia de la prótesis originaria eleva el riesgo de reinfección. Por ello es necesario realizar limpieza y desbridamiento del tejido necrótico infectado, irrigar el mediastino anterior con soluciones antisépticas y transponer omentum o colgajos musculares con la intención de crear una barrera y cerrar espacios muertos para controlar la infección2. La omentoplastia aporta la vascularidad del omentum, su fácil transposición y su gran potencial de relleno.
No hay consenso sobre el tratamiento antibiótico óptimo de la infección de prótesis de aorta ascendente y su duración. Las pautas empíricas obligatoriamente deben incluir cobertura contra Staphylococcus aureus resistente a meticilina y estafilococos coagulasa negativos, dado que Staphylococcus spp. son los gérmenes aislados habitualmente5. Algunos autores recomiendan antibioterapia parenteral seguida de pauta supresora oral indefinidamente4. Nuestros pacientes, recibieron terapia antibiótica de duración limitada, sin signos de recidiva infecciosa tras 3 años de seguimiento, por lo que consideramos que la terapia ha sido adecuada. Aun sin poder establecer el tiempo óptimo de tratamiento, serían razonables 4-6 semanas de terapia intravenosa seguidas de terapia supresora oral hasta completar al menos 24 semanas y valorar su retirada siempre que no haya signos de recidiva.
No hay evidencia acerca del tratamiento de infección de prótesis de aorta ascendente. Conservar la prótesis original mediante esta estrategia, acompañado de antibioterapia adecuada y prolongada y un seguimiento estrecho, ha sido eficaz en estos dos pacientes.