La fibrilación auricular (FA) es una arritmia que se caracteriza por la actividad eléctrica caótica (desorganizada y rápida) de las aurículas. Esta origina una asincronía de la contracción de las fibras miocárdicas auriculares. Así pues, se pierde la fuerza contráctil de la aurícula para llenar el ventrículo (disminuye la fracción de eyección del ventrículo) y se produce cierta estasis sanguínea en las aurículas, con flujos turbulentos que favorecen la coagulación y la tromboembolia.
De ello se deduce que esta arritmia incrementa la mortalidad y la morbilidad de las personas. Además, desde el punto de vista clínico, diversos estudios epidemiológicos han demostrado que la FA multiplica aproximadamente por 2–6 veces la probabilidad de sufrir un ictus y por 1,5-2,2 veces la mortalidad1–3. Asimismo, los ictus por FA también causan un elevado grado de discapacidad4,5 y mayor tendencia a la recurrencia6 que la observada en pacientes sin FA. Así pues, su correcto manejo es de crucial importancia para cualquier sociedad y todo sistema sanitario.
Esta arritmia afecta a un 1–2% de la población, y se constata un claro incremento de incidencia y prevalencia en relación con la edad7. Asimismo, la FA es el principal motivo de anticoagulación (el 47% de los pacientes atendidos en unidades de coagulación de servicios de hematología) en España8.
La alta prevalencia y su morbilidad y mortalidad han hecho que las principales sociedades de cardiología publiquen guías de práctica clínica para el manejo de esta enfermedad9,10. Además, las estimaciones hacen presuponer un aumento de su prevalencia, con cifras que, como mínimo, van a duplicar las actuales durante los próximos 40 años2,11. Por lo tanto, la FA supone un reto tanto para los pacientes como para los médicos y los gestores sanitarios.
Como la FA supone riesgo para el paciente, parece lógico utilizar estrategias antiarrítmicas que impidan el desarrollo o la recidiva de la arritmia. Esta sería, en teoría, la mejor estrategia antitrombótica. Así, se dispone de fármacos antiarrítmicos, técnicas de ablación (con catéter y quirúrgicas) y otras medidas preventivas. Se debe mencionar algunos hechos que clarifican el contexto en que se encuentran tanto el paciente como el médico que lo atiende:
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Los fármacos antiarrítmicos actuales no son capaces de revertir o prevenir los episodios de FA en la mayoría de los pacientes.
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Se dispone de pocos antiarrítmicos aprobados para el uso clínico en pacientes con FA.
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Estos fármacos pueden tener efectos proarrítmicos (potencialmente mortales).
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Las técnicas de ablación quirúrgica de la FA sólo son aplicables a los pacientes que se sometan a cirugía cardiaca por otros motivos. Por lo tanto, se pueden utilizar en muy pocas personas y con el evidente riesgo quirúrgico.
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Los resultados obtenidos con las técnicas de ablación con catéter han mejorado en los últimos años, pero no son de acceso universal para todos los pacientes con FA, conllevan riesgo de complicaciones graves durante el procedimiento y no puede predecirse qué pacientes sufrirán recidivas de FA ni cuándo.
Las medidas terapéuticas de la FA se centran en dos objetivos estratégicos: a) reducir/eliminar los síntomas, y b) evitar las complicaciones de la FA. Por ello, y teniendo en cuenta la imperfección de nuestras estrategias antiarrítmicas, los motivos mencionados clarifican la necesidad de utilizar un tratamiento antitrombótico en la gran mayoría de las personas con FA. Asimismo, para evitar las complicaciones de la FA, se debe controlar la respuesta ventricular media y tratar apropiadamente la enfermedad concomitante (hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca, etc.).
En esta monografía se revisan:
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La epidemiología de la FA, con énfasis en los datos españoles, lo que permite una visión local de la afección.
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Los criterios actuales de valoración del riesgo tromboembólico y hemorrágico, para poder hacer una estimación del balance riesgo/beneficio de la enfermedad y de su tratamiento anticoa gulante.
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El tratamiento en fase aguda de la FA. Este capítulo hace énfasis en las medidas de estratificación de riesgo y tratamiento en los servi cios de atención urgente al paciente.
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El tratamiento farmacológico con fármacos antiarrítmicos en fase no aguda; es decir, se revisan las posibilidades de mejoría a largo plazo con fármacos antiarrítmicos y las diferentes estrategias de manejo.
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El tratamiento no farmacológico en fase no aguda. Se revisan las técnicas de ablación por catéter y sus resultados y complicaciones actuales. Se analizan, pues, las posibilidades actuales de estrategias dirigidas eminentemente a un fin curativo de la FA.
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Bien conocidas las limitaciones con el tratamiento anticoagulante con dicumarínicos, se han diseñado nuevos fármacos para la trombo profilaxis. El primer fármaco de los diseñados para bloquear el factor Xa de la cascada de la coagulación del que tenemos amplios datos es rivaroxabán. El último capítulo de esta monografía está dedicado a los resultados del estudio ROCKET-AF con este nuevo anticoagulante oral para la prevención del ictus y la embolia periférica en pacientes con FA no valvular12.
Así pues, esta monografía describe la epidemiología de la FA en nuestro medio y las posibilidades modernas de tratamiento antiarrítmico y antitrombótico.
Conflicto de interesesNinguno.