Palabras clave
INTRODUCCIÓN
El diagnóstico de la causa del síncope en aquellos pacientes en los que ésta no llega a ser evidente tras la evaluación clínica inicial sigue siendo un reto para el cardiólogo. En series generales hospitalarias1-8, en el 13 al 40% de los casos no es posible establecer un diagnóstico causal tras la evaluación completa. No obstante, todas estas series son anteriores al uso sistemático de los estudios electrofisiológicos (EEF) y los tests de basculación (TTB) para el diagnóstico del síncope de causa no aclarada, por lo que podrían infraestimar las posibilidades diagnósticas actuales.
Aunque en múltiples estudios se ha demostrado el valor aislado de los EEF9-29 y los TTB30-49, la información sobre el valor de ambos tests combinados es escasa13. El propósito de este trabajo es comprobar la capacidad diagnóstica de un protocolo de evaluación del síncope que utiliza, de forma selectiva, tanto los EEF como los TTB.
PACIENTES Y MÉTODO
Pacientes. Protocolos
Entre enero de 1998 y junio del 2000, 149 pacientes fueron remitidos a nuestro servicio para ser evaluados de síncope de causa no aparente tras la valoración clínica inicial. En la revisión retrospectiva, 12 enfemos fueron excluidos por presentar protocolos incompletos y los 137 restantes (94 varones y 43 mujeres, con una edad media de 57,6 ± 18,3 años) forman parte de este estudio. El protocolo de evaluación comprende cuatro fases:
1. Evaluación clínica inicial, que consta de anamnesis, exploración física, ECG, ecocardiograma, pruebas ortostáticas y Holter de 24 h. Se solicitaron otras pruebas complementarias (test de esfuerzo, electroencefalograma, tomografía axial computarizada [TAC] craneal, etc.) en pacientes concretos cuando se creyó que eran necesarias para el diagnóstico. Todos los pacientes completaron esta fase y al término de la misma se consideró el síncope como de causa no aclarada en los 137 pacientes del estudio.
2. De acuerdo con los datos de la evaluación inicial, los pacientes fueron divididos en dos grupos: el grupo A, compuesto por 77 pacientes que fueron sometidos a EEF y el grupo B, compuesto por 60 pacientes que fueron sometidos a TTB. El grupo A estaba constituido por aquellos pacientes que cumplían alguno de los siguientes criterios: a) presencia de cardiopatía estructural; b) ECG anormal (bloqueo de rama, infarto, etc.); c) presencia de arritmias significativas no sintomáticas en el Holter (pausa sinusal > 2 s, bloqueo auriculoventricular [AV] de segundo grado tipo II o superior, y taquicardia supraventriculares o ventriculares asintomáticas), y d) presencia de palpitaciones paroxísticas previas o inmediatamente después del episodio sincopal. El grupo B (síncope aislado) estaba compuesto por los pacientes que no cumplían ninguno de los criterios anteriores.
3. En los pacientes de los grupos A y B con pruebas negativas se consideró individualmente una de las siguientes alternativas: a) realización del TTB (en pacientes del grupo A) o del EEF (en pacientes del grupo B), y b) seguimiento clínico.
4. En 9 pacientes con EEF y TTB negativos se procedió a la implantación de un Holter insertable (RevealTM Medtronic®). Ocho de estos pacientes pertenecían al grupo A y presentaban síncopes de perfil cardiológico pese a la negatividad del estudio electrofisiológico, y el paciente restante, del grupo B, había presentado traumatismos severos a consecuencia de las crisis sincopales.
Estudio electrofisiológico
El protocolo del EEF utilizado en nuestro servicio para el diagnóstico de pacientes con síncope ha sido comentado recientemente de manera extensa50 y en esencia consiste en: a) registros basales de los tiempos de conducción AV; b) masaje de los senos carotídeos derecho e izquierdo (si no hay contraindicación); c) estimulación auricular a frecuencias crecientes durante 30 s a cada frecuencia para determinar el punto de Wenckebach de la conducción AV y el tiempo de recuperación sinusal; d) test de extraestímulo auricular a dos ciclos y con dos extraestímulos (determinación de los períodos refractarios del sistema de conducción AV y posible provocación de arritmias); e) test de extraestímulo ventricular en el ápex y el tracto de salida del ventrículo derecho a dos ciclos, con hasta 3 extraestímulos (posible inducción de arritmias); f) estimulación ventricular a frecuencias crecientes (posible inducción de arritmias), y g) tests electrofarmacológicos con ajmalina (hasta 100 mg intravenosos [i.v.] en 10 min) en caso de trastorno de la conducción en el haz de His o en sus ramas y test de ATP (20 mg i.v.).
Se consideró que el estudio era positivo en los siguientes casos: a) un tiempo de recuperación sinusal corregido >= 650 ms; b) un intervalo HV >= 70 ms en situación basal o >= 100 ms tras la administración de ajmalina; c) la inducción de bloqueo de segundo grado o mayor intra o infrahisiano con frecuencias auriculares inferiores a 200 l/min o tras la administración de fármacos; d) la inducción de taquicardias ventriculares monomorfas sostenidas; e) la inducción de taquicardias supraventriculares que cursasen con hipotensión, y f) la producción, con el masaje de seno carotídeo, de pausas ventriculares superiores a 3 s o descensos de más de 50 mmHg de la presión arterial sistólica.
Test de tabla basculante
El protocolo del TTB en nuestro servicio es básicamente similar al propuesto por Raviele et al45. La prueba se realiza en una tabla basculante motorizada con apoyo de pie. Durante la misma, los pacientes son monitorizados mediante un sistema Colin BP-508 (Kaiser Med Technik) que permite la visualización y el registro de una derivación del ECG y de la curva de presión arterial latido a latido, obtenida mediante un transductor tonométrico situado sobre la arteria radial. La curva de presión es calibrada automáticamente durante la prueba mediante la comparación con la obtenida por un esfigmomanómetro braquial automático. El dispositivo presenta lecturas digitales de frecuencia cardíaca y presión arterial promediadas cada 6 latidos.
Tras permanecer en durante decúbito 5 min, la tabla se bascula a 70° durante 40 min o hasta la inducción del síncope. Si basalmente no se induce el cuadro sincopal se procede a la administración sublingual de 0,4 mg de nitroglicerina en aerosol, manteniendo el mismo ángulo de inclinación durante otros 20 min o hasta la aparición del síncope.
Se consideró una respuesta positiva la inducción del síncope en presencia de hipotensión, bradicardia o ambas. Se definió como una respuesta cardioinhibidora la detección durante el episodio de una pausa ventricular igual o mayor de 3 s. Se consideró que se producía una respuesta mixta o vasodepresora cuando los síntomas se asociaron a hipotensión sin que se dieran pausas ventriculares de 3 s o más.
Análisis estadístico
Los datos son presentados como número de casos y porcentaje en los distintos grupos. Para la comparación de las variables continuas se utilizó el test de la t de Student y para la comparación de variables proporcionales la prueba exacta de Fisher. Se consideró estadísticamente significativo un valor de p < 0,05.
RESULTADOS
En la tabla 1 se exponen las características clínicas fundamentales de los grupos A y B. Como puede observarse, existían diferencias altamente significativas entre ambos grupos. Así, en el grupo B la edad en el momento del estudio y al comienzo de los síntomas fue más baja, el numero de síncopes en el año precedente más alto y también existía un claro predominio de mujeres en este grupo.
En la figura 1 se exponen de manera esquemática los resultados de los EEF y los TTB en los dos grupos.
Fig. 1. Representación esquemática de los resultados de los estudios electrofisiológicos (EEF) y los tests de tabla basculante (TTB) en los grupos A y B.
En el grupo A, el EEF fue positivo en 43 de los 77 pacientes (55%). Los diagnósticos en estos enfermos fueron: bloqueo AV paroxístico en 18, taquicardia ventricular en 13, disfunción sinusal en seis, taquicardia supraventricular en tres e hipersensibilidad del seno carotídeo en tres. En el grupo B, el TTB fue positivo en 41 de los 60 pacientes (68%). Un total de 36 pacientes (88%) presentaron un test positivo mixto o vasodepresor y 5 enfermos (12%) un test positivo cardioinhibidor.
Así pues, al final de la segunda fase del protocolo, 84 de los 137 pacientes (61,3%) tenían un diagnóstico positivo de la causa del síncope.
De los 34 casos del grupo A con estudio negativo, 20 (59%) fueron sometidos a TTB con siete positivida-des (35%) (seis mixto y uno cardioinhibidor). Sólo cinco pacientes del grupo B con TTB negativo fueron posteriormente sometidos a un EEF, que fue negativo en todos ellos. Así pues, en esta serie, tras el cruce entre EEF y TTB se consiguió un diagnóstico positivo en 91 de 137 pacientes (66%).
En 9 pacientes (ocho del grupo A y uno del grupo B) con EEF y TTB negativos se procedió a la implantación de un Holter insertable (RevealTM Medtronic®). En el seguimiento medio de 154 ± 175 (mediana, 49) días se produjeron pérdida de conciencia y activación del sistema en 4 pacientes (44,4%). Durante el episodio sincopal, 2 pacientes tuvieron taquicardia ventricular (en un caso monomorfa y en otro polimorfa), un paciente un paro sinusal de más de 20 s indicativo de reacción vasovagal y el paciente restante presentó un paro cardíaco con asistolia del que no pudo ser reanimado.
DISCUSIÓN
La consideración de los resultados de un protocolo diagnóstico del síncope debe referirse de manera necesaria a las características de la población sometida al estudio. Nuestro grupo de estudio estaba constituido por una población hospitalaria seleccionada en la que no se pudo establecer un diagnóstico de la causa del síncope en la investigación clínica inicial. A este respecto, debe destacarse que fueron excluidos específicamente todos aquellos casos con desencadenantes típicos del síncope vasovagal, los síncopes situacionales, síncopes relacionados claramente con fármacos, así como todos aquellos en que se detectaron arritmias (bloqueo AV, taquicardia ventricular, etc.) durante o inmediatamente después del episodio sincopal.
En nuestro protocolo, una vez completada la evaluación clínica inicial se diseñó la asignación en dos grupos A y B con el objetivo de: a) conseguir la mayor seguridad en la detección de arritmias potencialmente peligrosas sin incrementar en exceso el uso de los EEF; b) intentar llegar al diagnóstico en el mayor número posible de casos, y c) ahorrar tiempo y costes.
De las pruebas diagnósticas disponibles, el EEF constituye el test de provocación de mayor valor para la detección de arritmias potencialmente peligrosas. Sin embargo, en pacientes con síncope la tasa de estudios diagnósticos oscila entre el 11 y el 71% en distintas series9-29. Estas grandes diferencias son debidas, fundamentalmente, a la selección del tipo de pacientes, la utilización de distintos protocolos de estimulación y a la aplicación de diversos criterios de positividad de la prueba. Parece claro que en ciertos subgrupos de pacientes la realización de EEF no aporta beneficios diagnósticos. En el estudio de Krol et al24, una fracción de eyección del VI >= 40%, la ausencia de cardiopatía estructural, un ECG de 12 derivaciones normal y la ausencia de arritmias significativas en el Holter de 24 h fueron criterios predictivos de un EEF no diagnóstico. Así pues, los criterios clínicos utilizados en nuestro estudio deberían definir un grupo B en el que el EEF tendría un bajo poder diagnóstico y un grupo A en el que deberían incluirse la inmensa mayoría de los síncopes arrítmicos.
Desde la introducción de los TTB para el diagnóstico del síncope vasovagal se han utilizado numerosos tipos de protocolo. Entre éstos, el que utiliza la nitroglicerina sublingual ha llegado a ser, posiblemente, el más utilizado en Europa. En pacientes con síncope de causa desconocida, la positividad de este test ha sido evaluada entre el 51 y el 87% en diversos trabajos45-49. Una vez más, la preselección de los pacientes debe ser la causa fundamental de estas discrepancias.
En nuestro estudio, los EEF en pacientes del grupo A fueron diagnósticos en el 55% de los casos, siendo el bloqueo AV paroxístico y la taquicardia ventricular los diagnósticos más frecuentes. Por otra parte, en el grupo B la tasa de positividades del TTB fue del 68%, con un importante predominio de pruebas vasodepresoras o mixtas sobre las puramente cardioinhibidoras. Así pues, la separación en grupos y la realización de uno de los dos tests dio lugar a una prueba diagnóstica en 84 de los 137 pacientes (61,3%).
La información que proporciona nuestro estudio sobre el valor diagnóstico del cruce de las pruebas en los pacientes de los grupo A o B con test negativo es limitada, ya que no se realizó sistemáticamente. No obstante, en el 59% de los casos del grupo A se realizó el TTB, que fue positivo en el 35% de los mismos. Este porcentaje de positividades parece apoyar la práctica del TTB en todos los pacientes del grupo A con EEF negativo. En efecto, si consideramos el 35% como la tasa de positividades de la tabla en este subgrupo y ésta se hubiera aplicado en todos los casos, el número de pacientes diagnosticados hubiera sido de 12 en vez de los 7 actuales. Esto hubiera permitido pasar de un 66% de diagnósticos globales con el protocolo EEF/TTB a un 70%. Por el contrario, el EEF fue negativo en 5 pacientes del grupo B y TTB negativo, lo que apoya el escaso valor diagnóstico del EEF en este grupo.
En la bibliografía no existen datos sobre el valor diagnóstico de un protocolo similar al nuestro. Sra et al13 estudiaron a 86 pacientes consecutivos con síncope de causa desconocida que fueron sometidos a EEF. Éste fue positivo en 29 pacientes (34%) y se realizó TTB con isoproterenol en los 57 restantes. Un total de 34 pacientes (58%) a los que se realizó TTB fueron positivos, quedando 23 pacientes (26%) sin diagnóstico. Aunque el protocolo de este estudio no es igual al nuestro, su valor diagnóstico global (74%) sería similar al previsto en nuestra serie si todos los pacientes con EEF negativo hubiesen sido sometidos al TTB (70%).
Los datos previos sugieren que, pese a la utilización conjunta de EEF y TTB, hasta en un 30% de pacientes no es posible establecer un diagnóstico. La introducción reciente del Holter implantable51-53 ha puesto a punto un método que permite la monitorización prolongada de pacientes con síncope. Aunque el papel del Holter implantable dentro de un protocolo diagnóstico del síncope no está totalmente definido54 y nuestro estudio no está diseñado para para valorar su utilidad global, el uso de este sistema parece una alternativa válida en los casos no aclarados al final de un protocolo diagnóstico convencional.
Así pues, en pacientes con síncope de causa inaparente en la evaluación inicial, la utilización dirigida selectivamente por criterios clínicos, bien de EEF, bien de TTB, permite realizar un diagnóstico positivo en más del 60% de los casos. Nuestros resultados sugieren que el TTB debería ser realizado en aquellos casos del grupo A con EEF negativo.
Correspondencia: Dr. R. García Civera. Avda. Primado Reig, 70-71. 46010 Valencia. Recibido el 13 de septiembre del 2000. Aceptado para su publicación el 27 de diciembre del 2000.