ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 54. Núm. 12.
Páginas 1470-1471 (Diciembre 2001)

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Sr. Editor:

García y Moreno, en comentario a nuestro Editorial, realizan una serie de reflexiones con las que coincidimos sólo parcialmente. Una parte importante de nuestra opinión se basa en los resultados obtenidos en diferentes estudios controlados. La forma más adecuada de comparar la eficacia de dos formas de tratamiento es mediante estudios aleatorizados. Existen suficientes ejemplos en la literatura médica en que dichos estudios han puesto de manifiesto que tratamientos basados en dilatadas experiencias, en estudios observacionales o en teóricas justificaciones fisiopatológicas, eran totalmente ineficaces o incluso perjudiciales para los pacientes.

Coincidimos en que la interpretación de los estudios aleatorizados puede responder a formas de análisis diferentes. Mientras que García y Moreno parecen dar una relevancia clínica a las diferencias de porcentajes de eficacia o de complicaciones entre tratamientos aunque estadísticamente no sean significativas, en nuestra opinión creemos que las diferencias son "diferentes" cuando alcanzan un nivel de significación estadística. Como ya comentábamos en nuestro Editorial, los primeros estudios comparativos (ERBAC, COBRA, realizados antes de 1997) indicaban que la aterectomía rotacional (AtRo) revelaba unas tasas de éxito inicial superiores a la angioplastia convencional. Sin embargo, este hecho no tenía ninguna influencia favorable en el pronóstico clínico y angiográfico a largo plazo. Adicionalmente, son los estudios controlados más recientes los que sugieren que, en comparación con la angioplastia con balón con o sin stent, la AtRo aplicada sistemáticamente en lesiones en apariencia desfavorables para la angioplastia (calcificadas, largas, reestenosis intra-stent) se asocia a unos resultados iniciales similares (SPORT, ARTIST), con una incidencia significativamente mayor de complicaciones durante el procedimiento (ARTIST, ROSTER) y sin modificar de forma favorable el pronóstico inicial o a largo plazo (ARTIST, SPORT).

Es indudable que los autores tienen una extensa experiencia con la AtRo que les garantiza unos excelentes resultados. Y es indudable también que, en situaciones anatómicas particulares (estenosis refractarias a la dilatación con balón ¾ de 1% en nuestra experiencia y arterias severamente calcificadas), la AtRo favorece el éxito inicial del procedimiento. Desafortunadamente, en su estudio, al no analizar de manera específica las características angiografías de los vasos tratados, no pueden identificarse adecuadamente los subgrupos de pacientes en los que la AtRo puede ofrecer un mayor beneficio. Sin embargo, el principal aspecto discutido en el editorial es si, en la actualidad, la AtRo debe indicarse de manera sistemática en el tratamiento de lesiones aparentemente desfavorables para la angioplastia con balón. La frase "ante la duda abstenerse" puede aplicarse en esta situación. Los estudios aleatorizados comentados fueron realizados exclusivamente en este tipo de lesiones y, en el momento actual, no aportan suficiente evidencia de que la utilización rutinaria de la AtRo condicione un beneficio adicional en el pronóstico en comparación a la angioplastia convencional con o sin implantación de stent.

 





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