A un varón de 58 años se le diagnosticó rabdomiosarcoma fusocelular del pie derecho en estadio IIIa. A pesar de amputación y administración de quimioterapia, la tomografía computarizada reveló numerosas metástasis en los pulmones, la pleura, el hígado y la médula ósea, así como metástasis en la pared torácica muy cerca del corazón (figura 1A: vista axial y reconstrucciones tridimensionales). Ocho días después presentó tormenta eléctrica, que fue tratada con esmolol y amiodarona. Curiosamente, las arritmias se desencadenaban cuando estaba en decúbito supino e iban disminuyendo sistemáticamente en posición vertical (figura 1B: electrocardiogramas en posición vertical y decúbito supino). Después de sufrir episodios recurrentes asociados con una mala perfusión tisular, confusión y acidosis metabólica grave, se le sedó profundamente y se le intubó, pero continuó sufriendo arritmias incesantes. Tras hablarlo en el equipo multidisciplinario, se decidió no seguir escalando las medidas terapéuticas debido al pobre pronóstico oncológico del paciente, lo que llevó a su muerte.

Figura 1

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Las arritmias ventriculares posturales, un fenómeno muy extraño, se han descrito previamente en el contexto del aumento de la actividad del nervio vagal. Sin embargo, por lo que sabemos, hasta el momento no se han publicado casos de tormentas eléctricas posturales. En este caso, dado que las taquicardias ventriculares se desencadenaron por el decúbito supino, se planteó la hipótesis de que la compresión intermitente de la pared miocárdica o de una arteria coronaria por la gran metástasis en la pared torácica podría ser arritmógena. La morfología de los complejos ventriculares prematuros en las derivaciones precordiales, con un patrón de concordancia positivo, indica que la masa tumoral puede haber estado comprimiendo la base del ventrículo izquierdo.