ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 58. Núm. 8.
Páginas 995-996 (Agosto 2005)

A «Pep Augé»

To «Pep Augé»

Joan García-Picarta

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Fue a finales de junio, recientemente ha hecho un año, cuando empieza todo. El Dr. José M. Augé, para nosotros «Pep», nos comunica, de forma directa y clara, su problema de salud: debe pasar por quirófano. Su situación es grave y de evolución incierta. Una vez más, nos mostró su honestidad, valor y sinceridad a la hora de afrontar la vida.

Los del Bages son así. Nació en Manresa, capital de comarca y corazón de Catalunya. Era un chaval de pueblo y aprendió de él, de su entorno familiar diverso, especialmente de su abuelo, al que acompañaba por los pueblos vecinos a vender ropa y que murió con más de 90 años.

Su vida transcurre en 3 entornos que quiso mucho: su pueblo, la playa de Palamós y la montaña de Solsona. Estaba en contacto con la naturaleza y disfrutaba de ella. Solecito y baño en Palamós, además de buena cocina marinera, paseos y, si encontraba alguna seta cuando estaba en Solsona, mejor. Justamente allí conoce y mantiene buenas conversaciones con el Dr. Valentín Fuster, en la piscina del Pi de Sant Just. Solsona está cerca de Cardona. No es extraño que fuera buen tenista, nadador y futbolista (del Barça),aunque los meniscos le traicionaron y no le dejaron triunfar.

Formó parte de la segunda promoción de medicina en la Facultad Autónoma de Barcelona, con sede en el Hospital de la Santa Creu i de Sant Pau, y se licenció en 1975. Fue, al parecer, una «primavera universitaria» por lo reciente de su creación, por los ideales que pretendía, por una dedicación total de sus profesores y por ser una época políticamente reivindicativa.

Allí, en Sant Pau, se queda hasta el final de su vida. Para él, Sant Pau era algo más que un hospital: siempre estuvo en su corazón, aunque no siempre se vio correspondido.

Siguió de médico interno en 1977 y, al año siguiente, inició la residencia en cardiología hasta el año 1982, cuando ya ejerce como cardiólogo. Desde 1981mostró afición por la hemodinámica y, junto con el Dr. X. Bosch, inician su especialización en la Unidad de los Dres. A. Oriol y C. Crexells, que fueron sus maestros. A partir de 1983 es adjunto de la unidad y ve como nace la angioplastia (el Hospital de Sant Pau fue uno de los primeros del país en realizarla) y la posterior evolución vertiginosa de la cardiología intervencionista.

Rubio, de ojos azules, inicia la aventura con Margarita, con la que tuvo 5 hijos, todos varones y los últimos gemelos. Un regimiento del que le gustaba hablar, sobre todo de ella. Los arropó en todo momento y asumió con valentía y serenidad los avatares, que no fue-ron pocos, que la vida les iba «regalando». Fue como un desafío, a ver quién puede más; por los demás siempre pudo, para él... no fue posible.

Era difícil verlo desanimado, siempre era positivo, tenaz, a veces incluso terco –pero con sentido común–,con empuje, reflexivo, fiel a sus convicciones, que mantuvo a pesar de los pesares, dialogante y defensor de los suyos. Intentaba ser coherente con sus convicciones, como la transparencia, la honestidad, la amistad sincera y hasta el final. Tenía un humor socarrón, agridulce, pero nunca amargo. Pesares tuvo bastantes y creo que le entrenaron a esta lucha final en la que en ningún momento se dio por vencido. Esta actitud define el talante de Pep.

En 1991 es nombrado responsable de la Sección de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista del Hospital de Sant Pau. Fue una etapa difícil y complicada. Empezó de cero, haciendo los estudios de prestado, en laboratorios de otros hospitales, pero se salió con la suya: 2 laboratorios de hemodinámica y un trabajo serio y responsable. Sitúa su hospital en el ámbito nacional y en 1999 es nombrado presidente de la Sección de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología. Durante su mandato activa y desarrolla varios frentes: la colaboración con la Sección de Cardiopatía Isquémica que finalmente hace posible el estudio TRIANA, la gestión y el desarrollo de la página web de la sección, la gestación y el posterior desarrollo del sistema de acreditación de la especialidad de hemodinámica, la creación de grupos de trabajo dentro de la propia Sección y muchos más proyectos que han quedado abortados.

Era una persona que caía bien y sabía ganarse la amistad y la estima de los muchos que le conocieron y colaboraron con él. Era afable y conversador, le gustaba relacionarse con la gente, viajar, conocer, sentarse en una buena mesa y disfrutar de la vida.

Han sido, hasta su muerte,7 meses de esperanza, impotencia, rabia y finalmente tristeza. El hecho de no saber y no poder ayudarle, el no saber qué decir, provocaba un sentimiento constante de frustración ante su mirada triste, resignada y sus largos silencios. Pero su familia, esposa e hijos, eran la motivación para seguir a delante. Le apoyaron y mimaron en todo momento y fue admirable con qué valor, entereza y serenidad afrontaron la enfermedad y el final.

Ante lo injusta que es la vida, en la que todos somos prescindibles, pero algunos insustituibles, sólo se nos ocurre, para honrar su memoria, seguir por el camino que iniciamos juntos y trabajar, lo mejor que sepamos, lo que él nos enseñó. Esperamos que el proyecto del nuevo hospital, en el que tanto trabajó y que también le debemos, nos dé el entorno físico y la distancia emocional para empezar sin su compañía.

Dicen que la única muerte es el olvido. Pep, no te preocupes, siempre te recordaremos.

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