Sr. Editor:
El editorial de Lanas y Ferrández1 sobre el uso de protectores gástricos en aquellos pacientes en tratamiento con aspirina a baja dosis, que apareció recientemente en las páginas de su Revista, nos ha parecido ciertamente interesante. La importante morbilidad de enfermedades cardiovasculares en las sociedades occidentales, la más que demostrada eficacia de la aspirina en la prevención de eventos coronarios o cerebrovasculares, junto con la experiencia de los autores en este tema hace que el artículo tenga mayor interés si cabe. Sin embargo, quisiéramos hacer algunas apreciaciones a lo señalado en dicho editorial. Pensamos que, a la espera de un mayor número de estudios, debe tenerse en cuenta otros factores de riesgo para el desarrollo de complicaciones en los pacientes con tratamiento con aspirina además de la presencia de historia previa de enfermedad ulcerosa o hemorragia digestiva, la toma conjunta de antiinflamatorios no esteroides (AINE) y la infección por Helicobacter pylori. La edad superior a 60 años y la toma simultánea de corticoides o anticoagulantes deberían considerarse como factores valorables a la hora de añadir un protector de la mucosa gástrica, tal y como se aconseja en pacientes en tratamiento con AINE clásicos2.
Por otro lado, si bien estamos de acuerdo en la recomendación del uso de inhibidores de la bomba de protones como terapia preventiva en los pacientes que se encuentran en tratamiento con aspirina de forma crónica, no nos parece adecuado concluir que es recomendable la erradicación de H. pylori en dichos pacientes. Los estudios sobre este tema respecto al uso de AINE a dosis habituales son controvertidos, e incluso se sugiere una cierta acción protectora de H. pylori sobre la lesión inducida por un AINE. Así, en las recomendaciones de la Conferencia Española de Consenso3 se indica la inconveniencia de erradicar la bacteria en pacientes asintomáticos que toman AINE, e incluso recomienda que si se presenta historia ulcerosa junto con la infección, se debe proteger con un inhibidor de la bomba de protones, pero se esperará a finalizar el consumo de AINE para erradicar la bacteria. Como bien señalan en su editorial, los estudios actuales con respecto al uso de aspirina a baja dosis son pocos, con escaso número de pacientes, cortos períodos de seguimiento, algunos publicados sólo como resúmenes y con resultados contradictorios1,4,5. Son múltiples la preguntas que surgen si aceptamos la recomendación de erradicar H. pylori a estos pacientes: ¿tendremos entonces que conocer si un paciente está infectado antes de prescribir aspirina a baja dosis?, ¿sólo lo debemos investigar si tiene antecedente ulceroso?, ¿a qué prueba diagnóstica habría que recurrir: test del aliento, serología frente a la bacteria y/o endoscopia, biopsia y test de la ureasa?, ¿se debe confirmar su erradicación posterior? Por tanto, pensamos que es prematuro y excesivo aconsejar dicha medida existiendo las dudas actuales y sin haberse establecido a qué pacientes, cómo y cuándo.