Introducción: El uso de stents convencionales (BMS) se asocia a una mayor tasa de reestenosis y eventos coronarios en comparación con los farmacoactivos (DES). Sin embargo, en el manejo de las lesiones coronarias muy largas, no siempre es posible progresar un DES a través de la lesión y otras veces es preferible utilizar un BMS por el menor tiempo necesario de doble antiagregación. Nuestro propósito fue estudiar las diferencias en este grupo de pacientes.
Métodos: Realizamos un estudio retrospectivo, de un solo centro, analítico, en el que evaluamos 191 lesiones coronarias tratadas con stents solapados entre enero y diciembre de 2009, de las cuales seleccionamos aquellas en las que se implantaron al menos 3 stents. Comparamos variables clínicas, angiográficas y técnicas, así como la incidencia acumulada de eventos a 2 años. Utilizamos la prueba de McNemmar, el χ2, el ANOVA y la t de Student.
Resultados: No existieron diferencias significativas en cuanto a sexo, FRCV, ICP previo, vasos afectados, vía de acceso, vasos tratados, uso de IVUS o StentBoost, motivo de overlap, tipo de lesión, longitud de las lesiones, presencia del trombo, flujo TIMI, pre y posdilatación, lesiones bifurcadas o incidencia de complicaciones técnicas resueltas. Sin embargo, existieron diferencias en cuanto a la indicación (más SCACEST en el uso de stents convencionales, p = 0,039) y la calcificación de la lesión (sin calcio o ligera en el 80% de pacientes con DES y moderada o grave en el 53,3% de pacientes con BMS y 75% en pacientes con stenting mixto, p = 0,018). En el seguimiento a 2,16 ± 0,58 años, no observamos diferencias significativas en cuanto a nuevo IAM (p = 0,527), TLR (p = 0,271) y MACE total (33,3% BMS, 12,5 en DES% y 12,5% en mixtos, p = 0,409).
Conclusiones: En nuestra serie de pacientes tratados con doble solapamiento por lesiones coronarias muy largas se utilizaron más stents convencionales o mixtos cuando la calcificación del vaso era moderada a grave y en el contexto de un infarto agudo de miocardio con elevación de ST. No encontramos diferencias significativas en eventos adversos en el seguimiento a 2 años.