Agradecemos a Lozano et al. el interés mostrado por nuestro artículo1.
Ciertamente, existe un enfoque diferente en las definiciones de infarto de miocardio (IM) de algunas sociedades científicas. La Sociedad Europea de Cardiología1 considera el diagnóstico de IM tipo 4a cuando, tras la intervención coronaria percutánea, se produce una elevación ≥ 5 veces el percentil 99 del límite superior de referencia (LSR99) de la troponina cardiaca de alta sensibilidad (hs-cTn), siempre que concurran cambios electrocardiográficos, aparición de nuevas ondas Q y hallazgos por imagen o angiográficos de isquemia miocárdica. La Society for Cardiovascular Angiography and Interventions (SCAI)2 define como «IM clínicamente relevante» un aumento ≥ 70 veces el LSR99 en presencia de nuevas ondas Q patológicas o nuevo bloqueo de rama izquierda persistente. Las definiciones de ambas sociedades están basadas en diferentes evidencias científicas. Así, la definición del IM tipo 4a de la Sociedad Europea de Cardiología se basa en los umbrales de hs-cTn óptimos para predecir eventos cardiovasculares refrendados por estudios recientes3. La definición de la SCAI se basa en la presunción de que la fracción MB de la creatincinasa (CK-MB) es el biomarcador óptimo para definir el IM clínicamente relevante tras la intervención coronaria percutánea3. Por este motivo, propone utilizar el valor de hs-cTn ≥ 70 veces el LSR99 (basado en la relación 7:1 entre troponina y CK-MB), ya que un estudio observó que tenía implicaciones clínicas muy similares al valor de CK-MB4.
Las recomendaciones de las guías de práctica clínica deberían seguirse en el marco del juicio clínico. Esta premisa ayuda a mejorar la calidad de la asistencia a nuestros pacientes y a equilibrar el coste-beneficio de las técnicas utilizadas.