Hemos leído con interés el artículo «Grosor íntima-media carotídeo en población española: valores de referencia y asociación con los factores de riesgo cardiovascular»1 publicado en Revista Española de Cardiología y pensamos que esta determinación sigue teniendo más aspectos dudosos que útiles en la prevención cardiovascular. Los autores demuestran una correlación muy tenue con los factores de riesgo cardiovascular, y la mayor es para la edad, seguida del colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad. Pensamos que los resultados de este estudio merecen varias consideraciones. La primera es que las guías de prevención cardiovascular de la Sociedad Europea de Cardiología especifican que la detección de daño vascular subclínico es útil para mejorar la estimación del riesgo cardiovascular en sujetos de riesgo intermedio2. Además, no tienen el soporte de estudios específicamente diseñados, aletorizados y prospectivos, por lo que no alcanzan un grado de recomendación nivel A, aunque sí de nivel B. La valoración del grosor íntima-media carotídeo (GIMc) y el índice tobillo-brazo son las dos únicas técnicas que reciben una recomendación de clase IIa.
En segundo lugar, el GIMc tiene tres aspectos limitantes clave. Por una parte, su valor predictivo independiente es bastante bajo y la capacidad de reclasificación del riesgo individual, casi nulo3; segundo, la progresión del GIMc no se correlaciona con un aumento de la incidencia de complicaciones cardiovasculares4. Por último, la regresión o estabilización inducida por fármacos no se asocia a reducciones en la incidencia de complicaciones5. Algunos de estos aspectos son comunes con el índice tobillo-brazo, aunque este cuenta con algunos puntos fuertes, como tener valor predictivo independiente cuando es patológico incluso en ausencia de clínica de claudicación6, tener un papel aditivo a la presencia de otras lesiones vasculares7 o incluso la edad avanzada8. Además, estos hallazgos provienen de población española.
Como última consideración, podría plantearse qué valora el GIMc: ¿afección cerebrovascular o la carga aterosclerótica total? Los factores de riesgo tienen un efecto diferencial para la aparición de complicaciones en distintos territorios, puesto que la hipertensión arterial y el tabaquismo confieren el mayor riesgo de accidente cerebrovascular9, mientras que los lípidos y la diabetes mellitus, el de cardiopatía isquémica2. Los resultados de Grau et al1 parecen señalar que el GIMc refleja la carga aterosclerótica total por su asociación con la edad y el colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad, uno de los principales determinantes del síndrome coronario agudo en nuestro medio10. Este estudio aporta datos relevantes, pero pensamos que el GIMc sigue necesitando de un estudio prospectivo en España que clarifique su valor real en el campo de la prevención cardiovascular en nuestro medio.