En primer lugar, queremos agradecer a Alfaro-Lara et al el haberse fijado en el estudio realizado por nuestro grupo (ANFAGAL) y reconocer el esfuerzo llevado a cabo por los investigadores en la selección de la muestra. Sin embargo, nos gustaría concretar ciertos aspectos comentados en su carta.
No nos parece oportuno ampliar el rango de seguridad de los antagonistas de la vitamina K. El único intervalo seguro y avalado por la evidencia es entre 2 y 31. La falta de modificación de dosis ante un mal control del paciente se denomina «inercia terapéutica» y no debe usarse como argumento de seguridad en ningún caso.
Respecto a la automonitorización, cabe destacar su baja implantación en España y el alto coste económico que implica. De hecho, países como Suecia, que han alcanzado unos grados de control extraordinariamente altos empleando la automonitorización, están modificando la gestión de la anticoagulación oral a favor de un mayor uso de la anticoagulación oral de acción directa, que ofrece beneficios en cuanto a costes y seguridad frente a ese modelo2.
Respecto a la adherencia terapéutica, estamos completamente de acuerdo, pero queremos destacar diferentes publicaciones y análisis realizados a partir de los ensayos clínicos fundamentales3 o los registros de la práctica clínica real4, pasando por estudios de cohortes diseñados a tal efecto5, y todos parecen indicar que la adherencia es mayor con los anticoagulantes orales de acción directa.
Es labor del médico prescriptor y del equipo de atención primaria realizar un correcto seguimiento del paciente con tratamiento anticoagulante, preferentemente en el programa de crónicos, para realizar un abordaje integral de todos los factores de riesgo, hábitos de vida y adherencia a los fármacos prescritos.
Finalmente, la concordancia de tres estudios no viene dada por las variables que influyen en el objetivo primario, sino porque partiendo de muestras diferentes identifican similar porcentaje de pacientes mal controlados.