Sr. Editor:
Con preocupación hemos leído la revisión que hicieran en forma conjunta la Sociedad Española de Cardiología y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) en referencia a los estándares asistenciales para la gestión y el tratamiento de pacientes con hipertensión pulmonar1.
Al menos tres hechos contribuyen a generar esta preocupación.
En primer lugar, es llamativo y alarmante que un documento firmado por dos importantes sociedades científicas no pueda presentar ningún autor independiente. Como se ve en la publicación, todos y cada uno de los autores tienen vínculos con los productores de los fármacos que se usan para el tratamiento de esta enfermedad. La independencia de la investigación clínica —sobre todo en documentos y guías societarias— no puede ser considerada un «accesorio», sino una parte constitutiva fundamental para garantizar la transparencia de las opiniones. La ex editora del New England Journal of Medicine lo expresó claramente y un extenso cúmulo bibliográfico da sostén a la necesidad de dar transparencia a las opiniones de expertos y sociedades científicas2-4. Más aún, resulta casi inadmisible la declaración de que «la financiación necesaria para la elaboración de este documento se ha obtenido a través de ayudas no condicionadas concedidas a la SEPAR y la SEC por Actelion Pharmaceuticals España, Ferrer Grupo, GlaxoSmithKline, Pfizer y Schering España». La industria farmacéutica no es una entidad que hace caridad. Es una opinión compartida por muchos que las ayudas «no condicionadas» no existen5.
En segundo lugar, es notable que un documento del año 2008 decida ignorar la controversia existente acerca de la «evidencia» disponible en relación con la calidad metodológica en la investigación clínica de la hipertensión pulmonar6-8.
Por último, el documento es finalmente una cuasitraducción de las Guías de práctica clínica europeas. Pero es precisamente esto lo que las hace desactualizadas. De hecho, la EMEA está activamente revisando la factibilidad de seguir haciendo ensayos clínicos con los mismos estándares que los producidos hasta ahora. Traducir para sociedades científicas locales documentos cuestionables es más imponer una guía de obediencia que fomentar la reflexión y el juicio crítico.
La presentación de los desafíos y la propuesta de oportunidades deberían ser preocupaciones cardinales de las sociedades científicas.
Nos permitimos aclarar que ésta no es una carta destinada a generar un planteamiento individual, sino que tiene por objetivo discutir, en forma abierta y en el ámbito que corresponda, la función de las sociedades científicas en el momento de realizar recomendaciones.