El impacto de un infarto de miocardio (IM) sobre la mortalidad, comparado con la gravedad de la hemorragia ocurrida tras el alta por síndrome coronario agudo, no está bien caracterizado. Definir esta relación puede ayudar a que se logre un balance riesgo-beneficio terapéutico favorable.
MétodosUtilizando modelos de Cox con fragilidad compartida, se evaluó la relación de la mortalidad con el IM y la gravedad de la hemorragia —clasificada según el Bleeding Academic Research Consortium (BARC)— en 4.229 pacientes con síndrome coronario agudo tratados con coronariografía entre enero de 2012 y diciembre de 2015.
ResultadosTanto el IM como la hemorragia se asociaron con la mortalidad (respectivamente HR = 5,8; IC95%, 3,7-9,8, y HR = 5,1; IC95%, 3,6-7,7). El IM tuvo mayor impacto en la mortalidad que las hemorragias BARC 2 y 3a: (RRR = 3,8 y RRR = 1,9; p < 0,05), pero equivalente al de las BARC 3b (RRR = 0,9; p = 0,88). El riesgo de muerte tras el IM fue menor que tras una hemorragia BARC 3c (RRR = 0,25; p < 0,001). La mortalidad tras un IM fue mayor entre los pacientes en tratamiento antiagregante plaquetario doble (TAPD) (HR = 2,9; IC95%, 1,8-4,5) que entre aquellos sin TAPD (HR = 1,5; IC95%, 0,7-3,4). Sin embargo, tras una hemorragia la mortalidad fue menor entre los pacientes en TAPD (HR = 1,6; IC95%, 1,1-2,6) que sin TAPD (HR = 3,2; IC95%, 1,7-5,8).
ConclusionesEl efecto en la mortalidad del IM o las hemorragias tras el alta por un síndrome coronario agudo depende de la gravedad de la hemorragia. Estar en TAPD en el momento del IM o la hemorragia es un modificador del ulterior riesgo de muerte.
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