Nos alegra comprobar con la carta del Dr. Sancho-Zamora que Revista Española de Cardiología trasciende el interés de nuestra especialidad. Matizamos algunos aspectos.
Se alude al término «inicial» del título1 con que denominamos nuestra experiencia propia con furosemida subcutánea en insuficiencia cardiaca crónica (ICC), sobre la cual la bibliografía es escasa y los estudios pequeños, incluso en paliativos.
En la ICC se produce un deterioro lento, impredecible e interrumpido por agudizaciones. Es difícil distinguir entre el paciente paliativo terminal y con posibilidades de estabilización, y se diferencia de enfermedades con final lineal y predecible como el cáncer. Menos del 10% de los pacientes con ICC reciben cuidados paliativos2 y no están desarrollándose en nuestro medio modelos paliativos precoces para pacientes con ICC3. El cardiólogo es generalmente quien guía al paciente hasta el final de sus días tras múltiples descompensaciones no fatales que deterioran su calidad de vida. Nuestra motivación es evitar dicho deterioro. Sancho-Zamora critica que también haya sido una de nuestras motivaciones obtener un beneficio económico a través de la reducción de ingresos. Este beneficio debe demostrarse con estudios de coste-beneficio, que están lejos de la pretensión del trabajo. Mejorar la calidad de vida está entre los principios citados como propios de la medicina paliativa y en absoluto difiere del nuestro.
Igualmente, hay que probar con estudios de calidad de vida que la comodidad de la atención domiciliaria «se pierde» con visitas semanales. El uso de parámetros subrogados (clase funcional o ausencia de necesidad de ingreso) impide hacerlo, ya que un paciente se puede estabilizar y mejorar sin que mejore su clase funcional. Por supuesto que no se permitió que se denegara el ingreso a pacientes sin mejoría.
Respecto a las escuetas explicaciones metodológicas por cuestiones de formato, se incluyó a pacientes con ICC descompensada sin insuficiencia respiratoria, inestabilidad hemodinámica, cuadro de inicio ni tratamientos definitivos para cambiar el pronóstico.
Otros tratamientos ambulatorios subcutáneos, como los prostanoides4, sí se consideran seguros sin revisiones diarias de la punción. En este aspecto, es importante instruir sobre autocuidado y proporcionar fácil contacto con la unidad. Esto, junto con la amplísima experiencia de uso y seguridad de la furosemida, nos hizo plantear la indicación off-label para solucionar situaciones clínicas avanzadas.
Los equipos multidisciplinarios mejoran el tratamiento en ICC5, y opinamos que la implicación sistemática de cuidados paliativos sería beneficiosa. El apoyo a estas iniciativas desde las sociedades científicas es imprescindible para fomentar el interés en estos temas, actualmente minoritarios en nuestra especialidad.