Queremos agradecer el interés despertado y los comentarios emitidos sobre nuestro artículo1 publicado en Revista Española de Cardiología. Estamos de acuerdo con Lozano et al. en que nuestra intervención es solo una opción y que es complementaria con otras medidas de mejora de la calidad asistencial. Sin duda, las 2 estrategias que proponen los autores podrían enriquecer el modelo planteado por nosotros.
En nuestro caso, el motivo que desencadenó la necesidad de reducir el porcentaje de hemorragias en los pacientes con síndrome coronario agudo fue precisamente una exhaustiva codificación de los diagnósticos. En este sentido, el servicio de cardiología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón participa, además de en el programa RECALCAR, en el Área del Corazón del Benchmarking Club, que presenta anualmente una serie de datos que se comparan entre los hospitales que participan. En el año 2009 se observó que los pacientes sometidos a una intervención coronaria percutánea (la mayoría con síndromes coronarios agudos) ingresados en el área de corazón del hospital presentaron una tasa de hemorragias bruta del 12,5%, lo cual superaba la media de los hospitales del Benchmarking Club (9,5%) y la nacional (8,6%)2. Sin embargo, esta tasa de hemorragias comunicada por cada centro dependía estrechamente del grado de codificación hospitalaria (los análisis se basan en el Conjunto Mínimo Básico de Datos), como señalan correctamente los autores de la carta, y nuestro hospital era uno de los más exhaustivos en la codificación de diagnósticos y complicaciones del Benchmarking Club.
A pesar de las limitaciones inherentes a estos programas voluntarios, los resultados encontrados fueron clave para identificar oportunidades de mejora y orientarnos en la necesidad de desarrollar una estrategia multidisciplinaria encaminada a reducir las hemorragias y comprobar su impacto en términos económicos y de salud.
Para el adecuado control de la calidad, es imprescindible medir la actividad y sus resultados3. Pese a las limitaciones mencionadas de las herramientas de medida y de los diferentes sistemas de monitorización, en nuestra opinión, es mejor tener alguna información, aunque no sea completa o perfecta, que no tenerla. Esta información deberá ser el punto de partida para elaborar estrategias de mejora de la calidad asistencial o, en el peor de los casos, de los instrumentos o sistemas de medida. Decir que los instrumentos no funcionan y no hacer nada para cambiarlos no es una opción responsable.
FINANCIACIÓNEste proyecto ha sido posible gracias a la subvención concedida por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad (Orden SAS/ 2377/2010).
CONFLICTO DE INTERESESEl Dr. Héctor Bueno recibe financiación del Instituto de Salud Carlos III (pie16/00021) y de Astra-Zeneca, BMS, Janssen y Novartis por proyectos de investigación y ha recibido pagos por asesoría, conferencias o ayudas a asistencia a congresos de Abbott, Astra-Zeneca, Bayer, BMS-Pfizer, Ferrer, MEDSCAPE-the heart.org, Novartis y Servier.