Sr. Editor:
Recientemente se ha publicado la actualización de la American Heart Association (AHA) sobre obesidad1. El objetivo de esta carta es reflexionar brevemente sobre las limitaciones de la valoración clínica de obesidad.
La conexión entre obesidad y riesgo cardiovascular (RCV) ha sido históricamente polémica. A pesar de que, desde 1967, el estudio de Framingham ya detectó que el incremento del peso corporal aumentaba la probabilidad de presentar una enfermedad cardiovascular (ECV)2, fue en 1998 cuando la AHA la reconoció por primera vez como un factor de riesgo cardiovascular mayor independiente3.
La explicación al anterior problema se encuentra precisamente en las limitaciones que presenta la evaluación de obesidad pues, aunque debería expresarse en porcentaje de grasa corporal4,5, ello resulta difícil de cuantificar clínicamente5.
Con ese fin se han utilizado numerosas variables antropométricas, pero el índice de masa corporal (IMC) se ha mantenido como la forma más utilizada para evaluar el peso corporal; junto con la circunferencia abdominal (CA), es el método que recomienda la AHA1.
Las principales limitaciones en la valoración clínica de la obesidad son:
1. Los índices disponibles no identifican el porcentaje de grasa corporal (no discriminan entre músculo, grasa y hueso).
2. La relación entre grasa y músculo corporal varía con la edad, el sexo, la etnia y la raza1,6,7.
3. El IMC varía con las proporciones corporales8, e incluso tiende a subestimar la prevalencia de obesidad en los sujetos más altos y a sobrestimarla en los más bajos8, aunque hay necesidad de confirmarlo en poblaciones más amplias8. Además, hay múltiples factores de confusión que pueden modificar la verdadera relación entre obesidad y RCV.
4. El tabaquismo (fumar se asocia con un menor peso corporal)6.
5. La comorbilidad del obeso1.
6. Los sujetos con bajo peso (IMC < 18,5) tienen una elevada prevalencia de tabaquismo, enfermedades crónicas y riesgo de morir por cáncer9.
7. El RCV varía con la talla10 y es menor en sujetos altos11.
8. Otros: ejercicio físico12, dieta13, etc.
En suma, los principales índices clínicos para definir la obesidad (IMC, CA e incluso cintura/cadera14) tienen sus limitaciones, aunque hay alternativas prácticas como puede ser la valoración conjunta del peso1 y el grado de actividad física12,15. Ello permitiría identificar a los obesos-sedentarios, subgrupo de mayor RCV12 y, teóricamente, más porcentaje de grasa corporal.