Los médicos somos los profesionales mejor valorados por los españoles. Los ciudadanos, en una escala del 1 al 5, nos otorgan una puntuación de 4,71. Sin embargo, algunos aspectos de la medicina, como la formación continuada y su acreditación, los conflictos de intereses, el coste de la atención y su judicialización creciente, exigen reexaminar la estructura organizativa de la profesión. La escasa participación en las elecciones a las juntas directivas de los colegios de médicos es un fiel reflejo de hasta qué punto se ha producido un alejamiento progresivo de estas corporaciones. Esta separación es un desafío que no podemos ni debemos ignorar, y obliga a replantear la gobernanza que permita una adecuada función autorreguladora y salvaguarde la medicina como profesión, la dignidad de todos los médicos y su máxima profesionalidad como característica distintiva.
Los colegios de médicos tienen una responsabilidad con sus miembros, pero también con la sociedad. Las características intrínsecas a la medicina hacen que sus estándares sean diferentes de los de otras profesiones y ocupaciones. Es imprescindible que su ejercicio se autogobierne de manera eficaz y responsable. No hacerlo abriría la puerta a que otros nos supervisen. Un ejemplo se puede encontrar en el caso de los bancos, que ahora están sujetos a una mayor supervisión, al menos en parte, debido a su incapacidad para autorregularse de manera efectiva2. En nuestro caso, el control externo sería muy preocupante. Por ello, el autocontrol es fundamental ya que, dados las características y el objeto de nuestra profesión, solo los médicos estamos en condiciones de evaluar la calidad humana, ética y profesional de la asistencia que prestan nuestros compañeros.
Los colegios de médicos necesitan independencia, participación, comunicación, transparencia, innovación y colaboración. La preocupación de que las corporaciones que representan a los médicos no sean lo bastante proactivas para proteger a la población es cada vez mayor3. A esto se añade el hecho de que la profesión médica está sufriendo una crisis de confianza4, en parte debido a que la información médica, en otros tiempos propiedad exclusiva del médico, está disponible para cualquier persona que tenga un ordenador o un teléfono móvil. Esta información, muchas veces no fiable o malinterpretada, puede dificultar la relación médico-paciente.
Existe una necesidad urgente de que los médicos se sientan bien consigo mismos y mejor valorados5. Para ello, necesitamos revitalizar los valores profesionales que sustentan la buena práctica acorde con la ética, el juramento hipocrático y el fundamento científico. También potenciar el trabajo en equipo y la responsabilidad corporativa, pero siempre respetando la singularidad de cada médico. En este sentido, el colegio es un punto de encuentro ideal para el desarrollo de grupos de trabajo transversales y multidisciplinarios6,7. En nuestra opinión, esto solo es posible con un modelo de colegio con fuertes vínculos con instituciones de conocimiento (sociedades científicas, universidades, fundaciones y academias)8. El reciente acuerdo marco de la Fundación Española del Corazón y el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid va en esta línea de trabajo colaborativo.
Solo los colegios tienen la potestad legal de controlar el ejercicio profesional. La colegiación obligatoria, en una sociedad que cada vez sobrevalora más la libertad individual, puede producir rechazo. Únicamente se puede justificar por la extraordinaria importancia de lo que salvaguarda —para los médicos, pero también para la sociedad—, lo cual incluye tanto el registro y la representación de la profesión médica como la garantía de calidad del ejercicio profesional9,10. En definitiva, solo los colegios de médicos pueden garantizar el adecuado compromiso de los profesionales con sus pacientes, su ética profesional y las condiciones adecuadas para un ejercicio profesional de calidad con fundamento científico11,12, asegurando a todos los pacientes que los médicos que los atienden tienen la competencia profesional para prestarles los cuidados necesarios gracias a una autorregulación independiente13 y a una acreditada formación continuada.
FINANCIACIÓNNo ha habido financiación.
CONTRIBUCIÓN DE LOS AUTORESM. Martínez-Sellés: idea y redacción. F.J. Martín-Sánchez: aportaciones clave al contenido significativas y relevantes.
CONFLICTO DE INTERESESNo hay conflicto de intereses.