Hemos leído con interés el artículo publicado recientemente por Mori Junco et al1. Se trata de un caso muy interesante tratado con éxito mediante aspiración del trombo y dilatación con balón. Sin embargo, hay algunos puntos que merecen un comentario adicional.
Aunque la tromboembolia coronaria durante el implante percutáneo de la válvula aórtica (TAVI) es una complicación que se da con muy poca frecuencia, su aparición puede conducir a problemas de riesgo vital, principalmente infarto agudo de miocardio. El tratamiento óptimo consiste en una intervención coronaria percutánea con angioplastia e implante de stent en caso necesario. La intervención coronaria percutánea es una estrategia que puede salvar la vida del paciente, sobre todo en la tromboembolia que afecta a la parte proximal del árbol arterial coronario. En este caso, un varón de 74 años sufrió un infarto agudo de miocardio a causa de tromboembolia en la parte distal de la arteria coronaria principal izquierda durante un TAVI. El TAVI es una alternativa de tratamiento efectiva para pacientes con estenosis aórtica sintomática grave y alto riesgo quirúrgico2,3. Aunque el TAVI es un tratamiento menos invasivo que el remplazo quirúrgico de la válvula aórtica, pueden aparecer algunas complicaciones graves. Entre ellas se encuentran la rotura aórtica4,5, la trombosis temprana de la válvula aórtica y la embolización periférica y neurológica de calcio procedente de la válvula aórtica después del TAVI. En este caso, el varón de 74 años tenía predisposición a que se le formaran trombos a causa de hipertensión, diabetes mellitus tipo 2, nefropatía diabética y hepatopatía alcohólica crónica. Además, los autores afirman que anteriormente se le había implantado 2 stents farmacoactivos en la arteria descendente anterior izquierda. Por lo que respecta al implante de stents farmacoactivos, nos preguntamos si el paciente recibió tratamiento antiagregante plaquetario combinado doble y heparina no fraccionada antes de la intervención de TAVI. Creemos firmemente que, en este caso, el trombo en la parte distal de la arteria principal izquierda puede estar estrechamente relacionado con el tratamiento anticoagulante y antiagregante plaquetario.
Por otro lado, las calcificaciones que se extienden hasta la aorta ascendente o el tracto de salida del ventrículo izquierdo pueden conducir a algunas complicaciones como la embolia sistémica, la rotura del anillo aórtico o la embolia coronaria. Además, durante la intervención de implante, la válvula protésica puede dañarse y obstruir el ostium de la arteria coronaria principal izquierda6–9. Por último, el anillo aórtico y la raíz de la aorta pueden sufrir daños iatrogénicos a diversos niveles durante el hinchado del balón y la implantación de la válvula. Así pues, la zona de aterrizaje de la válvula y la dirección de la calcificación anular son muy importantes para predecir estas complicaciones.
Además de la formación del trombo, la calcificación residual asociada a la válvula natural también es un posible factor etiológico en la embolia. Dada la posibilidad de estas catastróficas complicaciones del TAVI, los pacientes deben ser objeto de seguimiento estricto mediante ecocardiografía durante y después de la intervención. En la ecocardiografía, detectar la formación de un trombo en la válvula aórtica implantada es esencial después del TAVI, y el cardiólogo intervencionista debe iniciar de inmediato un tratamiento antiagregante plaquetario y antitrombótico después del TAVI en estos pacientes.
En conclusión, es muy importante tener presente la posibilidad de este evento catastrófico, y todos los cardiólogos intervencionistas deben tomar todas las medidas preventivas posibles, como colocar un catéter guía en el ostium de la coronaria izquierda.