Sr. Editor:
Leemos con sumo interés la carta del Dr. Betancor, dirigida a usted, con motivo de nuestro editorial "¿Quién debe tratar la insuficiencia cardíaca?"1. Agradecemos a dicho doctor sus comentarios, en los que coincidimos en gran parte. Analizando su escrito, queremos indicar que no creemos que la insuficiencia cardíaca (IC) sea terreno exclusivo de los cardiólogos sino, como señalamos en el último párrafo del editorial, debe ser tratada "básicamente por cardiólogos, en colaboración con otros...".
Hay varios puntos en común entre su carta y nuestro editorial, como es la mortalidad de los enfermos, según el médico que trata al enfermo con IC, en el trabajo de Belloti et al2, en que hay mayor comorbilidad en enfermos tratados por internistas y en que los enfermos que se incluyen en los ensayos clínicos y la práctica son distintos, por diferentes razones que apuntamos en ambos escritos. Sin embargo, la existencia de enfermedades concomitantes en estos pacientes no implica que no deban ser sometidos al mejor tratamiento y evaluación disponibles para la IC, ya que la mayoría de estas enfermedades, con alguna excepción, no va a modificar sustancialmente el pronóstico a corto plazo, cosa que sí va a ocurrir con enfermos en IC si no se tratan de forma adecuada.
No obstante, queremos resaltar o aclarar algunos puntos. Respecto al título del editorial coincidimos en que estamos hablando de pacientes y posiblemente su sugerencia sea acertada. El tema de la comorbilidad existe en todo enfermo, cualquiera que sea su enfermedad, sobre todo cuanto mayor es su edad. No obstante, no se suele poner en duda que haya especialistas en aparato digestivo, reumatología, endocrinología, respiratorio, etc. Tampoco se pone en duda la especialidad de medicina interna, geriatría o medicina de familia en su aspecto integrador de muchas situaciones clínicas. Por otra parte, en la práctica diaria estos especialistas, cuando tienen un problema grave, desde el punto de vista cardiológico, en un enfermo con IC, consultan con el cardiólogo, por un reconocimiento implícito de que puede aportarle algo. Por supuesto, a la inversa, son muchas las consultas que se producen. Desgraciadamente, no ocurre lo mismo en hospitales comarcales, como indicábamos, en muchos de los cuales no hay cardiólogo que atienda a los enfermos ingresados.
No defendemos la subespecialidad de cardiología en IC, en nuestro editorial. Coincidimos, de nuevo, en que con formación adecuada se llega al conocimiento de todo, e incluso a una adecuada gestión del conocimiento. Ahora bien, al menos en el plano teórico, que es la formación universitaria y posgraduada, señalábamos que es muy poca la dedicación a la cardiología. Un médico, a lo largo de su vida, va aumentando su conocimiento, pero debe tener las bases necesarias cuando termina su entrenamiento como residente para tratar adecuadamente las enfermedades de sus pacientes. ¿Hace falta más formación cardiológica a médicos no cardiólogos y que tratan emfermedades cardíacas? Desde nuestro punto de vista no hay duda, por lo que señalábamos que "nuestra obligación es conseguir que, con independencia de quién trate a los pacientes, las medidas diagnósticas y terapéuticas utilizadas sean las correctas". Estamos convencidos de que en la coordinación o en la preparación de los médicos que tratan a enfermos cardiovasculares, el papel protagonista debe desempeñarlo el cardiólogo. En nuestro editorial, terminábamos diciendo: "Es muy importante la formación continuada y la coordinación de los cardiólogos con el resto de los médicos que traten a estos enfermos con un conocimiento cada vez más profundo del tema, desde el punto de vista fisiopatológico y terapéutico".
Gracias, igualmente, por su carta al Dr. Ribera Casado, con el que coincidimos en sus comentarios, ya que no debe haber una pugna entre especialistas, sino que debemos aunar los esfuerzos de todos e igualmente en el papel que debe tener el geriatra en el tratamiento del paciente con IC. Siempre habrá límites en la actuación médica, sobre qué especialista está más preparado, por lo que compartimos que debería actuar el especialista con más preparación, que generalmente suele ser el cardiólogo.
Por último, agradecemos sus comentarios al Dr. Sánchez Tejero. De acuerdo igualmente en que "los resultados serán obtenidos por los profesionales sanitarios con mayores conocimientos y más preparados". Coincidimos en los puntos en las edades de los enfermos que tratan internistas, comorbilidad, etc., y en otros, ya comentados anteriormente en esta respuesta a las cartas al Editor recibidas. Abogan por "un enfoque integral y globalizador del individuo", pero también debe haber, como señalábamos en nuestro editorial, una colaboración de otros especialistas. Igualmente, comentábamos que en muchos hospitales comarcales el enfermo ingresado nunca es visitado por un cardiólogo ni tiene esa posibilidad, aunque esté muy grave, al quedar reducida la labor de dicho cardiólogo a exploraciones instrumentales, como hemos señalado.
En síntesis, no decíamos en nuestro editorial que el enfermo con IC sea terreno exclusivo de la cardiología, pero de ahí a que se pretenda que esos enfermos no sean tratados por cardiólogos hay un gran abismo. Que es necesaria una integración, sí, pero coordinada por cardiólogos. Y por supuesto, en los hospitales comarcales, los cardiólogos deben atender a los enfermos ingresados, como otros especialistas, por lo que habrá que aumentar su número para que se cuiden de los enfermos en sus aspectos diagnósticos y terapéuticos.