Nos gustaría agradecer a Cordero et al. sus comentarios porque nos transmiten ciertas dudas sobre la compresión de nuestro trabajo1 y brindan la oportunidad de aclararlas en el momento actual.
En primer lugar, el contexto de la enfermedad arterial coronaria estable es diferente que el del síndrome coronario agudo. Aunque son dos estadios diferentes de una misma enfermedad, las implicaciones clínicas y terapéuticas son diferentes, por lo que los resultados de un escenario no se pueden generalizar al otro.
En segundo lugar, ya en el escenario del síndrome coronario agudo, hay que distinguir el momento en que se introducen los bloqueadores beta y la vía de administración. El uso de bloqueadores beta intravenosos en fase hiperaguda es objeto de cuestión, sobre todo para los pacientes en inestabilidad hemodinámica. Por eso hay que interpretar con cautela el metanálisis2 indicado por Cordero et al. en su carta, ya que, si bien es cierto que no encontraron beneficio en mortalidad con los bloqueadores beta, se basaron en un metanálisis en el que más del 90% de los pacientes procedían del ensayo clínico COMMIT (efecto del metoprolol intravenoso en fase precoz).
En tercer lugar, con base en la evidencia reciente en la era del intervencionismo coronario percutáneo, a excepción de los datos de registro J-Cypher en menos de 1.000 pacientes3, los demás ensayos clínicos que valoraron los bloqueadores beta vía oral prescritos al alta hospitalaria tras un síndrome coronario agudo han demostrado beneficio pronóstico con dicha medicación en la mortalidad total, incluso en el subgrupo de pacientes con función sistólica ventricular izquierda conservada4–8.
Por último, es necesario corregir un pequeño error al citar la tasa de intervencionismo del registro DIOCLES9 que, lejos del 81% que refieren Cordero et al., es del 65,6% (el 60,7% de intervencionismo coronario percutáneo y el 4,9% de cirugía de revascularización aortocoronaria), cifras que incluso son inferiores a las del registro CardioCHUS (el 69,7% de intervencionismo coronario percutáneo y el 4,6% de cirugía de revascularización aortocoronaria), lo cual refuerza aún más, si cabe, nuestros resultados.
Por todo ello, transmitimos nuestra defensa del empleo, salvo contraindicación, de los bloqueadores beta (en particular carvedilol, bisoprolol y metoprolol) por vía oral tras un síndrome coronario agudo en todos los pacientes, incluidos aquellos con función sistólica ventricular izquierda conservada, sabiendo que en este grupo la evidencia se limita a estudios observacionales y análisis con propensity score.