La disección coronaria espontánea (DCE) es una causa infrecuente de síndrome coronario agudo, cuya incidencia está aumentando en probable relación con una mayor sospecha diagnóstica1,2. Su tratamiento óptimo es controvertido, aunque hay consenso sobre un tratamiento conservador inicial basado en largas series prospectivas1,2. Sin embargo, en casos de isquemia persistente, se recomienda la intervención coronaria percutánea, y en este escenario podría ser beneficioso el uso de dispositivos bioabsorbibles (DBR)3.
Se presenta el caso de una mujer de 47 años que consultó por dolor torácico subintrante de 24 h de evolución, sin cambios electrocardiográficos significativos. La analítica mostró elevación de marcadores de daño miocárdico (troponina I cardiaca, 3,5 μg/l) y el ecocardiograma descartó alteraciones segmentarias de la contractilidad. La paciente quedó asintomática y fue ingresada con sospecha de miopericarditis aguda. A los 5 días del ingreso, presentó un nuevo dolor torácico, esta vez con descenso del segmento ST de hasta 4 mm en derivaciones anteriores. Una coronariografía emergente por vía radial demostró una lesión grave y larga en el segmento medio de la arteria descendente anterior (figura 1A y vídeo 1 del material adicional). Ante la ausencia de mejoría con la administración de nitroglicerina intracoronaria y la elevada sospecha de DCE, se realizó estudio con tomografía de coherencia óptica (OCT). Las imágenes de OCT confirmaron el diagnóstico de DCE y revelaron un flap intimal y un largo segmento (38 mm) de hematoma intramural que comprimía gravemente la luz verdadera (área luminal mínima, 0,7 mm2) (figuras 1B-D y vídeo 2 del material adicional). Debido a la persistencia de dolor anginoso y la mala tolerancia hemodinámica, se decidió realizar una intervención coronaria percutánea mediante fenestración con balón de corte (Angiosculpt, 2,5×15 mm) guiada por OCT para intentar descomprimir la luz falsa. Tras varias dilataciones el flujo distal mejoró, pero persistía compromiso luminal, y se implantaron 2 DBR de magnesio solapados (Magmaris, 3,0×2,0 mm distal y 3,5×15 mm proximal), con buen resultado final (figuras 2A y vídeo 3 del material adicional). El control con OCT demostró buena aposición de ambos DBR y una adecuada compresión del hematoma intramural; se visualizaba una imagen de mínima rotura intimal proximal al segmento tratado (figuras 2B-D y vídeo 4 del material adicional). Un estudio con tomografía computarizada, realizado a las 72 h, demostró un excelente resultado de los DBR y descartó la progresión de la DCE (figuras 2E). La paciente quedó asintomática y fue dada de alta con seguimiento clínico y tomografía computarizada de control a los 6 meses.
La DCE origina un porcentaje no despreciable de síndromes coronarios agudos en mujeres menores de 60 años; para su diagnóstico es esencial una alta sospecha clínica1,2. Hay consenso en intentar un tratamiento conservador de entrada, dado que en la mayoría de los casos se objetiva resolución espontánea de la imagen de DCE en pocos meses1,2. Para los pacientes con isquemia refractaria o recurrente, debe valorarse la intervención coronaria percutánea, aunque la mejor estrategia de revascularización no está establecida. Algunos autores apoyan el uso de balones de corte para fenestrar y descomprimir el hematoma subintimal y así mejorar los resultados del implante del stent4. Existen pequeñas series de pacientes con DCE tratados con DBR de primera generación con buenos resultados en el seguimiento. Esta estrategia favorece la posibilidad de una recuperación vascular completa y evita el problema de mala aposición tardía del dispositivo tras la reabsorción del hematoma intramural y el riesgo de trombosis tardía3. En nuestro caso, el uso de balón de corte no consiguió un adecuado resultado angiográfico, probablemente por el empleo de un dispositivo infradimensionado (para evitar una excesiva agresión en la pared arterial enferma), y finalmente fue necesario el implante de DBR. Debido a la retirada de los DBR de primera generación, se optó por un DBR de magnesio y se guio la selección del tamaño por OCT atendiendo a la lámina elástica externa distal al segmento afecto. Tras el implante del primer DBR, se comprobó la persistencia de hematoma proximal no cubierto, por lo que fue necesario solapar otro DBR de magnesio.
El uso de DBR de magnesio ya se ha descrito en un paciente con DCE, con buen resultado a los 12 meses en control por angiografía y OCT5. La rápida desaparición de este dispositivo (tiempo estimado de reabsorción de 12 meses), lo hace especialmente atractivo en este contexto. Hasta donde conocemos, el paciente que aquí se describe es el primer caso en que se demuestra el valor de una estrategia combinada (fenestración y DBR de magnesio) con buen resultado final confirmado por angiografía, OCT y tomografía computarizada. Esta última técnica de imagen evita realizar nuevos procedimientos invasivos en estos pacientes con susceptibilidad aumentada a complicaciones vasculares. Además, el magnesio no produce artefactos en la tomografía computarizada, por lo que esta técnica permite visualizar la evolución de la luz vascular de forma óptima.
Vídeo 1 Hallazgos por angiografía antes de la intervención coronaria percutánea.
Vídeo 2 Hallazgos por tomografía de coherencia óptica antes de la intervención coronaria percutánea.
Vídeo 3 Hallazgos por angiografía tras la intervención coronaria percutánea.
Vídeo 4 Hallazgos por tomografía de coherencia óptica tras la intervención coronaria percutánea.