Sr. Editor:
En primer lugar quiero agradecer al Dr. García Cosío su interés por nuestros trabajos sobre correlación ECG-RM1-3, que hemos resumido en el editorial de Revista Española de Cardiología del pasado octubre4. Respecto a su carta, me gustaría hacer las siguientes reflexiones.
Desde hace más de 40 años5 se considera que la pared auténticamente posterior del corazón es la que corresponde a la parte inferobasal de la pared inferior. Esta zona se creía que se curvaba hacia arriba. Un infarto en ella originaba un vector de necrosis que se dirigía de detrás adelante y explicaba la onda R de V1, que era el criterio electrocardiográfico clave de infarto posterior. Lo que nosotros hemos comprobado con resonancia magnética1-3 es: a) pocas veces se produce esta curvatura de la parte inferobasal de la pared inferior (alrededor del 20%); b) aunque esta pared posterior existiera, hemos demostrado que el infarto de esta zona no origina R en V1 porque el vector de necrosis se dirige hacia V3-V4 y no hacia V1; c) en cambio, con la misma correlación cuando hay necrosis de la cara lateral, especialmente media y baja, tanto de la parte anterior como de la posterior, el vector de necrosis se dirige hacia V1 y explica la R en esta derivación, y d) por otra parte, después de los trabajos de Durrer6 se sabe que la necrosis de la parte inferobasal de la pared inferior, clásicamente llamada pared posterior, no puede originar Q en las derivaciones de la espalda ni R en V1 porque es una zona que se despolariza después de 30-40 ms. Por los tanto, el infarto de la pared llamada posterior naturalmente puede existir, pero no causa la onda R de V1 que, en cambio, sí se observa en algunos infartos laterales.
El Dr. García Cosío afirma que «la reconstrucción del ventrículo izquierdo con navegadores permite crear moldes de ventrículo izquierdo en su posición real y demostrar zonas de infarto de localización posterior». La zona que el señala con las flechas de su figura 2 como infarto posterior corresponde a la parte posterior de la pared lateral. La auténtica pared posterior, si existe, está situada a la derecha de las flechas (segmento 4 de la clasificación de Cerqueira6). A menudo es toda la pared lateral la que está infartada cuando hay R en V1, y no sólo la parte posterior de esta pared. En realidad, lo que señala como pared posterior en su figura 1 izquierda es la pared lateral, que es la opuesta a la septal, y lo que señala como ventrículo izquierdo posterior en la parte derecha de la figura es la parte posterior de dicha cara lateral, pero no es pared posterior propiamente dicha. La pared posterior del corazón desde los tiempos de Perloff se ha considerado que es la parte más basal de la cara inferior.
En resumen, agradezco la carta porque me ha permitido puntualizar algunos aspectos que quizá no habían quedado claros y que resumo a continuación: a) el título puede crear confusión al pensarse que de nuestros estudios se desprende que no hay infarto de miocardio posterior; lo que ocurre es que en general no hay pared posterior --considerando como tal la parte de la pared inferior que se curva hacia arriba--; si la hubiera y se infartara, no daría R alta en V1, por las razones que explicamos en nuestro editorial, y b) la R de V1 se debe a infarto de la pared lateral, la pared opuesta a la septal que, naturalmente, tiene una porción anterior y otra posterior, pero la R de V1 se ve a menudo cuando ambas partes de la pared lateral están necrosadas.