Ninguno de los dos, en realidad, si buscamos ser fieles a nuestra tradición terminológica. En inglés, el modo habitual de designar, en anatomía, la pared tisular que separa dos cavidades o dos masas de tejido más blando es mediante el término latino septum (plural septa). En español, en cambio, con ese mismo sentido, históricamente ha sido mucho más frecuente hablar de tabique que de ‘septo’ o ‘séptum’. Pensemos, por ejemplo, no sé, en el tabique nasal (en inglés, nasal septum) o en un quiste ovárico tabicado (en inglés, ovarian cyst with septum).
En cardiología, usamos el término sobre todo en referencia a la pared divisoria que separa las cavidades cardiacas izquierdas de las derechas: entre las dos aurículas, lo que en inglés llaman interatrial septum y en español llamamos por tradición ‘tabique interauricular’ (preferible al calco *septo interatrial*; recuérdese que la auricula atrii de la terminología anatómica internacional, auricle en inglés, no es para nosotros la aurícula, sino la orejuela auricular1); y entre los dos ventrículos, lo que en inglés llaman interventricular septum y en español llamamos por tradición ‘tabique interventricular’ (preferible al calco *septo interventricular*).
Ello no quita para que el adjetivo que expresa relación con un tabique anatómico sea para nosotros septal, como en la expresión «infarto anteroseptal». No es raro que suceda así en español; en nuestro lenguaje especializado, estamos acostumbrados a emplear los sustantivos en su forma española o castellanizada y echar mano, en cambio, de un cultismo latino para el adjetivo correspondiente: el adjetivo de anillo es anular (latín ánnulus); el de brazo, braquial (latín brachium); el de cara, facial (latín facies); el de cobre, cúprico (latín cuprum); el de corteza, cortical (latín cortex, córticis); el de costilla, costal (latín costa); el de edad, etario (latín aetas); el de encía, gingival (latín gíngiva); el de guerra, bélico (latín bellum); el de heces, fecal (latín faeces); el de hermano, fraterno (latín frater); el de hongo, fúngico (latín fungus); el de hueso, óseo (latín os); el de ingle, inguinal (latín inguen); el de leche, lácteo (latín lac, lactis); el de lengua, lingual (latín lingua); el de luz, lumínico o luminal (latín lumen); el de madre, materno (latín mater); el de mano, manual (latín manus); el de nariz, nasal (latín nasus); el de ombligo, umbilical (latín umbílicus); el de oro, áurico (latín aurum); el de pared, parietal (latín paries); el de párpado, palpebral (latín palpebra); el de pecho, pectoral (latín pectus); el de plata, argéntico (latín argentum); el de plomo, plúmbico (latín plumbum); el de riñón, renal (latín ren); el de sangre, sanguíneo (latín sanguis); el de sien, temporal (latín tempus); el de uña, ungueal (latín unguis), y el de vida, vital (latín vita).
Fernando A. Navarro
Consejo Editorial, Revista Española de Cardiología
Obras de referencia recomendadas:
Diccionario de dudas y dificultades de traducción del inglés médico (4.ª edición), 2022-2025; en la plataforma Cosnautas disponible en: www.cosnautas.com/es/catalogo/librorojo.
«Laboratorio del lenguaje» de Diario Médico, 2006-2025, disponible en www.diariomedico.com/opinion/fernando-navarro.html.