Introducción
Dr. Héctor Bueno
Presidente del Comité Científico del Congreso
Comité ejecutivo
Comité de evaluadores
Listado de sesiones
Índice de autores
Introducción y objetivos: Se ha sugerido que los pacientes con COVID-19 frecuentemente presentan afectación miocárdica. Es conocido que las miocarditis víricas cursan a menudo con trastornos de conducción y bradiarritmias. Al mismo tiempo, la hidroxicloroquina (HCQ), la azitromicina (AZT) o el lopinavir/ritonavir (LPV/r), frecuentemente usados en esta enfermedad, se han asociado al desarrollo de trastornos de conducción y bradiarritmias en otros contextos clínicos como las enfermedades reumatológicas.
Métodos: Estudio unicéntrico retrospectivo de una cohorte de pacientes consecutivos con diagnóstico hospitalario de COVID-19 confirmado mediante PCR de SARS-Cov-2 positiva realizada desde el 1 de marzo de 2020. Se incluyó solo a pacientes con un seguimiento mínimo de 30 días o muerte antes de completar el mismo.
Resultados: Se revisaron 3.416 pacientes y se incluyeron 2.874 consecutivos (62,5 ± 20,4 años, 55,0% varones). 614 pacientes fallecieron (21,5%) y todos menos 575 recibieron hidroxicloroquina (HCQ), azitromicina (AZT) o lopinavir/ritonavir (LPV/r). 52 (1,8%) pacientes eran portadores de un marcapasos permanente o de un desfibrilador automático y fueron excluidos del análisis. 16 (0,6%) pacientes (edad 71,7 años, 12 varones) presentaron bradiarritmias. De ellos 7 (43,8%) pacientes presentaban cardiopatía estructural. En todos ellos la bradiarritmia fue en forma de bradicardia sinusal con una frecuencia cardiaca < 50 lpm. En ningún paciente se documentó bloqueo AV. La bradicardia se observó en 11 pacientes durante la hospitalización convencional y en 5 durante su estancia en UCI. Todos los pacientes estaban tratados con HCQ aislada o en combinación con AZT y/o LPV/r. La proporción de pacientes que desarrolló bradiarritmias aumentó progresivamente desde el 0% de los que no tomaban ninguno de estos fármacos, el 0,73% que tomaban solo HCQ, el 1,4 y 1,6% de los que la tomaban combinada con AZT y LPV/r respectivamente y el 2,35% de los que tomaban los 3 en combinación. Todos los pacientes menos 9 fallecieron en una mediana de 5 (0-7) días desde la documentación de la bradiarritmia.
Frecuencia de bradiarritmias según tratamiento.
Conclusiones: La COVID-19 no parece asociarse al desarrollo de trastornos significativos de conducción. La incidencia de bradiarritmias es escasa, en forma de bradicardia sinusal y en probable relación a los efectos proarrítmicos del uso de HCQ en forma aislada y sobre todo en combinación con AZT y LPV/r.