La ecocardiografía transesofágica (ETE) es una técnica valiosa en múltiples escenarios clínicos, pero su realización puede verse obstaculizada por diversas complicaciones. La habilidad del operador es fundamental, y es una técnica generalmente segura1. Las tasas de morbilidad descritas oscilan entre el 0,2 y el 1,2%2, aunque pueden llegar al 3,3% en procedimientos cardiacos estructurales2. Las complicaciones comunes incluyen molestias orofaríngeas, hinchazón y hemorragia faríngea. La perforación esofágica es la complicación más temida, pues se asocia con gran morbimortalidad; el segmento esofágico torácico es el más afectado3. La mayoría de las perforaciones que se registran ocurren en procedimientos intraoperatorios de riesgo percibido bajo.
Se puede encontrar dificultad para avanzar la sonda, principalmente debido a la falta de relajación del paciente por la ansiedad durante la prueba, lo que puede resolverse con una sedación adecuada. Otras condiciones, como anomalías anatómicas, trastornos de la deglución y problemas esofágicos, también pueden ocasionar dificultad. Además, procesos infecciosos, espasmos faríngeos, tumores o lesiones previas pueden representar obstáculos potenciales. Ante una dificultad, se recomienda realizar pruebas adicionales: primero una gastroscopia, seguida de estudios de deglución y finalmente tomografía computarizada (TC) de cuello y tórax con contraste en el caso de sospecha de compresión extrínseca o tumores.
En nuestra experiencia, hemos observado dificultades en la progresión de la sonda durante la ETE en varios casos, lo que nos ha llevado a proponer estrategias para abordar este desafío. Presentamos 3 casos específicos en los que se encontraron obstáculos durante la ETE y detallamos el enfoque diagnóstico posterior.
En el primer caso se indicó ETE para descartar endocarditis en una mujer de 85 años con fiebre persistente y hemocultivos positivos tras implante percutáneo de prótesis aórtica, según protocolo, con sedoanalgesia con midazolam intravenoso (i.v.) (0,03mg/kg), fentanilo i.v. (0,05μg/kg) y lidocaína tópica. La imposibilidad de avanzar la sonda llevó a suspender el procedimiento. La gastroscopia mostró cierta dificultad al paso de la sonda sin que se visualizaran estenosis ni compresión extrínseca. Un estudio de deglución con contraste baritado mostró una impronta posterior en la unión faringoesofágica indicativo de hipertonía del músculo cricofaríngeo (figuras 1A,B). En la unidad de reanimación cardiaca se realizó una sedación profunda por anestesia con mizadolam y propofol i.v. para relajar el músculo cricofaríngeo, lo que permitió la progresión exitosa de la sonda.
A y B: caso 1; estudio de deglución con contraste baritado que muestra una impronta posterior en la unión faringoesofágica sugestiva de hipertonía del músculo cricofaríngeo (flechas). C: caso 2; imagen sagital de tomografía computarizada cervical y dorsal, donde se observa la fusión de los cuerpos vertebrales con los espacios discales conservados (flecha). D: caso 2; imagen axial de tomografía computarizada en la que se observa un osteofito que protruye al esófago (asterisco).
El segundo caso es el de un varón de 68 años con antecedentes de cardiopatía isquémica, ingresado por un ictus, en quien se indicó ETE por sospecha de etiología cardioembólica. Durante el procedimiento, tras una sedación eficaz y haber pasado la orofaringe sin problemas, se encontró resistencia al avanzar la sonda más allá de los primeros 20 cm, por lo que se decidió suspender el estudio. Una TC durante el ingreso como parte del estudio de su ictus reveló osteofitos cervicales prominentes en el contexto de enfermedad de Forestier, también conocida como hiperostosis esquelética difusa idiopática (DISH), que no se le había diagnosticado previamente, motivo al que se achacó la dificultad del paso de la sonda (figura 1). La DISH es una enfermedad reumática con afección sistémica, se caracteriza por la neoformación ósea en las inserciones de ligamentos, tendones y cápsulas articulares4 y resulta en la osificación del ligamento longitudinal anterior al formar puentes intervertebrales. Se utilizó una sonda pediátrica (6-7mm) para la ETE, y el estudio se completó sin complicaciones.
El tercer caso se trata de un varón de 50 años ingresado por ictus. Se solicitó un ETE para descartar causas cardioembólicas; en el ecocardiograma transtorácico, se identificó una masa adyacente a la aurícula izquierda, inicialmente considerada una hernia de hiato (figura 2). Sin embargo, durante el estudio de ETE, se encontró dificultad en la progresión de la sonda después de pasar la orofaringe, por lo que se recomendó un estudio con TC, que reveló un cáncer de esófago (figura 2).
Caso 3, ecocardiograma transtorácico. A: plano apical de 4 cámaras. B: plano paraesternal en eje largo; se observa una masa extracardiaca que comprime ligeramente la aurícula izquierda (asterisco). C: tomografía computarizada con contraste intravenoso, imagen axial. D: tomografía computarizada con contraste intravenoso, imagen sagital; se observa una masa esofágica indicativa de un tumor esofágico (asterisco).
Estos estudios se realizaron en un hospital de tercer nivel entre 2021 y 2023, con un total de 2.511 procedimientos de ETE; si bien, al tratarse de una evaluación retrospectiva, puede haber casos no documentados. De estos, 20 estudios presentaron alguna dificultad en la progresión de la sonda, 3 de los cuales son los descritos. Fue necesario citar de nuevo a los pacientes en 12 estudios y realizarlos con sedación profunda con anestesia por mala tolerancia; 1 se llevó a cabo con sonda pediátrica en una gran quemada que presentaba edema orofaríngeo y 4, que se realizaron en reanimación cardiaca, precisaron de la ayuda de sedación y laringoscopio. Quince estudios se llevaron a cabo directamente con los anestesistas; la mayoría de los casos eran pacientes con ETE previos que solicitaban anestesia profunda.
Para abordar las dificultades en la progresión de la sonda durante la ETE, se proponen las siguientes estrategias: identificar anomalías anatómicas; adaptar las técnicas de sedación con protocolos para mejorar la cooperación del paciente; considerar el uso de sondas pediátricas para superar obstáculos anatómicos o afecciones que dificulten la progresión; procurar colaboración interdisciplinaria en determinados casos, y mantener una evaluación continua durante el procedimiento.
Estos casos ilustran la complejidad de la técnica y resaltan la importancia de la colaboración interdisciplinaria para abordarla. Al compartir nuestras experiencias y estrategias, esperamos contribuir al conocimiento colectivo en este campo. Aunque la literatura existente aborda las complicaciones asociadas con la ETE5, hay escasa evidencia sobre cómo abordar las dificultades en su progresión, lo que justifica la relevancia de nuestro estudio.
FINANCIACIÓNNinguna.
CONSIDERACIONES ÉTICASSe obtuvieron los consentimientos informados para la realización de las pruebas y la publicación de los casos y se siguieron las recomendaciones internacionales correspondientes respecto a los posibles sesgos de sexo y de género.
DECLARACIÓN SOBRE EL USO DE INTELIGENCIA ARTIFICIALNo se ha usado.
CONTRIBUCIÓN DE LOS AUTORESTodos los autores han contribuido en la redacción, la corrección y la estructura del artículo.
CONFLICTO DE INTERESESNinguno.
