Sra. Editora:
La preocupación de los profesionales por la calidad de la información en internet ha sido una constante desde los orígenes de esta tecnología. En 1998, JAMA publicó una revisión sobre los instrumentos para controlar la calidad de la información en internet1. Las conclusiones de ese artículo cuestionaron tanto los objetivos como la necesidad de este tipo de instrumentos, dado que lo importante es el uso que los ciudadanos hagan de la información. En este sentido, es importante destacar la escasez de evidencia científica sobre la relación entre la información sobre salud disponible en internet y su impacto negativo en la salud de los usuarios2.
Posteriores revisiones sistemáticas de este tipo de instrumentos constataron su proliferación y las dificultades de consenso tanto sobre el concepto de calidad como sobre los criterios utilizados3, 4. Además de estas dificultades formales, Adams et al5 han sintetizado las siguientes críticas hacia este tipo de instrumentos. En primer lugar, se cuestiona el conocimiento que los usuarios de internet puedan tener de este tipo de iniciativas. En segundo lugar, que los usuarios conozcan este tipo de instrumentos no garantiza en ningún caso la comprensión de la información. En tercer lugar, se constata la facilidad de reproducir o adquirir este tipo de instrumentos sin autorización de sus emisores. En cuarto lugar, los procesos de adquisición de este tipo de instrumentos han sido criticados en ocasiones por la falta de transparencia y los intereses de los actores implicados. Estas críticas indican que este tipo de instrumentos ha facilitado identificar y resaltar los problemas relacionados con la calidad de la información en internet, pero no resolverlos, ya que, como señalan algunos autores6, 7, estas iniciativas han demostrado una dudosa efectividad en relación con la finalidad para la que fueron diseñadas.
Todo esto hace necesaria la evolución de las iniciativas de control de la calidad hacia estrategias que faciliten que organizaciones sanitarias, profesionales y ciudadanos hagan realidad las tremendas potencialidades que ofrece el uso de internet como fuente de información sobre salud8. Estas nuevas estrategias tienen que tener en cuenta la naturaleza tecnológica y social de internet9 y centrar la atención en los usos de la información y no sólo en sus aspectos formales10, 11. En este sentido, la experiencia acumulada en las estrategias de «control» puede ser de gran utilidad para las nuevas estrategias de «uso».