Hemos leído con gran interés el artículo de Jurado Román et al1 en el cual concluyen que la estimulación secuencial auriculoventricular (AV) prolongada en pacientes seleccionados con miocardiopatía hipertrófica obstructiva y síntomas limitantes podría mejorar la clase funcional, reducir el gradiente del tracto de salida del ventrículo izquierdo y la insuficiencia mitral, tanto aguda tras el implante como a largo plazo, sin efectos deletéreos sobre la función sistólica y diastólica del ventrículo izquierdo. Tras su lectura, nos gustaría realizar algunos comentarios.
Según las últimas guías publicadas sobre la miocardiopatía hipertrófica por la Sociedad Europea de Cardiología2, la estimulación secuencial AV permanente con intervalo AV corto podría considerarse en los pacientes sintomáticos no controlados adecuadamente, que hayan rechazado otras opciones terapéuticas invasivas de reducción septal, o en aquellos con otras indicaciones de estimulación (recomendación IIbC). Las guías americanas coinciden en este sentido, aunque en pacientes con otra indicación la recomendación es IIa y en ambos casos el nivel de evidencia es B. Estas indicaciones se basan en las conclusiones de tres estudios pequeños, aleatorizados y controlados con placebo de estimulación secuencial AV, y de varios estudios observacionales que indican reducciones en los gradientes del tracto de salida del ventrículo izquierdo con mejoría sintomática y de la calidad de vida3,4, pero una reciente revisión Cochrane concluyó que los beneficios de la estimulación se basan en medidas fisiológicas y que todavía falta información sobre un beneficio clínicamente relevante5.
En el año 2009, nuestro grupo publicó la experiencia de dos centros de referencia en miocardiopatía hipertrófica6, y los datos están en consonancia con los observados por la Cochrane. Igual que Jurado Román et al1, encontramos beneficio mediante estimulación en la disminución del gradiente del tracto de salida del ventrículo izquierdo, el grosor máximo y la mejoría funcional subjetiva estimada según la clasificación de la New York Heart Association (NYHA), pero esa mejoría no se confirmaba con los resultados de la ergometría, en la que tanto los MET (metabolic equivalent of task) como la duración de la prueba no se modificaban significativamente. La clase funcional mejoró en el 43,1% de los pacientes en lugar de en el 95% como señalan Jurado Román et al1, y aunque los autores no encontraron diferencias de mejoría funcional en función del sexo, en nuestro estudio el sexo femenino se asoció a mejoría clínica en el doble de casos. Mediante ecocardiografía nosotros también encontramos, en los pacientes que presentaban mejoría clínica, una disminución significativa en el grosor del tabique y máximo del ventrículo izquierdo (mayor conforme avanzaba el seguimiento), así como del gradiente del tracto de salida del ventrículo izquierdo.
Por ello, debemos destacar el limitado papel atribuido en las guías a la estimulación secuencial AV en el tratamiento de la miocardiopatía hipertrófica obstructiva, porque la reducción obtenida en el gradiente subaórtico y en el grosor máximo del ventrículo izquierdo, de acuerdo con los resultados de ensayos multicéntricos previos7, no se ha demostrado que se correlacione con beneficio clínico ni con una reducción de eventos a largo plazo, como sí lo ha hecho la miectomía2. A pesar de este limitado efecto, el marcapasos podría seguir siendo una estrategia en determinados pacientes al tratarse de una técnica poco invasiva y con bajos índices de morbimortalidad respecto a otros tratamientos invasivos, añadiendo además que el acceso a centros experimentados en procedimientos quirúrgicos o hemodinámicos en esta patología no es «universal» y la implantación del marcapasos es una técnica más ampliamente difundida.