Agradecemos a Moreno-Martínez et al sus comentarios en relación con nuestra publicación1. Tal como mencionan, la incidencia de la doble arteria descendente anterior en corazones sanos es de aproximadamente un 1%. Si bien la incidencia real de la arteria septal descendente mediante coronariografía se desconoce, estudios post mórtem han detectado su presencia en un llamativo alto porcentaje de individuos. Así, Rodríguez et al2 identificaron la arteria septal descendente en el 12% de 427 muestras; Taylor3, en el 68% de 112; y Sahni y Jit4, en el 85% de 500 sujetos. Como ya expusimos, ello podría explicarse por las altas presiones de perfusión empleadas durante estos estudios (que alcanzan los 280mmHg), la pérdida del tono vascular o la ausencia de tejido circundante, lo que facilitaría su visualización5.
Esta alta tasa de detección, en contraste con el 1% de la doble arteria descendente anterior, podría indicar que la arteria septal descendente es una variante anatómica infradetectada mediante angiografía convencional más que una anomalía coronaria per se. Asimismo, su desarrollo parece ser más evidente en presencia de enfermedad coronaria obstructiva5, lo que sugiere el «reclutamiento» de la arteria septal descendente como fuente de circulación colateral (figura).
Sin duda, coincidimos con los autores en la necesidad de realizar una adecuada valoración de la arteria septal descendente, debido a su potencial interés en determinados escenarios clínicos.