Hemos leído con interés la carta de Alconero-Camarero et al. referente al artículo «Análisis de la demanda telefónica en una unidad de insuficiencia cardiaca: motivos de consulta y utilización de recursos»1 y nos gustaría hacer unas puntualizaciones.
Nuestro estudio refleja simplemente una valoración de los motivos de consulta telefónica espontánea de los pacientes. La atención telefónica no estaba protocolizada previamente, ni la actuación de enfermería (figura) estaba estandarizada y, como se especificó, guardó relación con el tipo de consulta. Evidentemente, esta es una actividad complementaria a otras actividades mayores de la unidad (educación, supervisión, optimización del tratamiento, atención a descompensaciones, etc.). En ningún caso esta labor debe ser equiparada a los programas de atención o seguimiento de pacientes basados en el soporte telefónico a los que hacen referencia Alconero-Camarero et al.
No creemos que nuestros resultados indiquen que las llamadas telefónicas se deban a la falta de intervención educativa previa sobre el plan terapéutico del paciente. Simplemente constatan que, de entre todas las llamadas realizadas, las principales causas obedecen a cuestiones sobre el tratamiento. Frecuentemente las consultas buscaban un refuerzo positivo, es decir, la confirmación de aspectos abordados en la intervención educativa. De hecho, el concepto de autocuidado incluye ciertamente el «automanejo», pero también saber cuándo contactar con el personal sanitario. Tampoco creemos que pueda afirmarse que la mayor confianza con el personal de la unidad y su accesibilidad —aspecto crucial en las unidades de insuficiencia cardiaca— sean contrarias a la promoción del autocuidado como se sugiere. Al contrario, es un mecanismo de refuerzo del autocuidado y favorece una mayor vigilancia por parte del paciente.
Coincidimos en destacar el número de cuestiones burocráticas que atienden las enfermeras, y de ahí nuestro comentario en el artículo.
Finalmente, somos, y hemos dado suficientes muestras de ello, fieles defensores del abordaje multidisciplinario y la incorporación de otros niveles asistenciales, como atención primaria, sin que ello sea incompatible con facilitar al máximo la accesibilidad de las propias unidades de insuficiencia cardiaca.