ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 50. Núm. 11.
Páginas 806-807 (Noviembre 1997)

Rotura coronaria encapsulada tras implantación de stent

Encapsulate coronary artery rupture after stenting

José María Serrano AntolínaAndrés Iñíguez RomoaFelipe Navarro del AmoaManuel Córdoba PoloaRosendo IbargollinaLuis Iglesias AlonsoaÁngel Contrerasa

Opciones

Presentamos un caso de rotura coronaria encapsulada tras implantación de un stent en la anastomosis distal de un injerto de safena a descendente anterior que evolucionó satisfactoriamente con tratamiento conservador. El paciente no requirió pericardiocentesis y fue manejado con inflados prolongados a baja presión en el punto de rotura. La cirugía coronaria previa con sus efectos sobre el pericardio limitó la extravasación de sangre a esta cavidad y, por tanto, la repercusión hemodinámica

Palabras clave

Angioplastia coronaria transluminal percutánea
Stent
Rotura coronaria

INTRODUCCIÓN

Paralelamente al desarrollo de la angioplastia coronaria transluminal percutánea (ACTP) se han ido describiendo las complicaciones inherentes a ella. La rotura coronaria, complicación infrecuente y grave, se presenta entre el 0,03 y el 0,2% de los casos 1 . Esta complicación puede poner en peligro la vida del paciente y a menudo requiere cirugía emergente 2-4 , aunque en algunos casos se ha descrito una buena evolución con tratamiento conservador, pericardiocentesis e implantación de stent5-7 . Entre las causas responsables de esta complicación se ha señalado el uso de balones sobredimensionados, inflados a altas atmósferas, la actuación sobre coronarias con zonas aneurismáticas y la rotura del balón de angioplastia 3 .

Por otro lado, se sabe que los pacientes sometidos a cirugía cardíaca presentan una alta incidencia de fibrosis pericárdica que se explicaría por la manipulación directa de este órgano durante el acto operatorio y por la alta incidencia de derrame pericárdico posquirúrgico 8 .

Presentamos un caso de rotura coronaria durante la implantación percutánea de un stent en un paciente sometido previamente a cirugía de revascularización coronaria, tratada conservadoramente con éxito.

CASO CLÍNICO

Paciente varón de 61 años, hipercolesterolémico, con historia de infarto de miocardio de localización anteroseptal en 1976 e infarto inferior en 1977. En ese último año se realiza coronariografía presentando lesiones del 90% en descendente anterior (DA) proximal, del 100% en circunfleja media, del 75% en primera obtusa marginal y del 90% en coronaria derecha (CD) proximal. Se decidió cirugía de revascularización coronaria con implantación de un injerto de safena a DA media. En 1995 comienza nuevamente con angina de grado II, por lo que se realiza nueva coronariografía que muestra progresión de la enfermedad con lesión del 80% en anastomosis distal del injerto de safena a DA. Se realizó ACTP con balón sobre dicha lesión con éxito.

En febrero de 1996 presentó nuevamente angina de grado II. Reingresa en nuestra institución en marzo

de 1996, presentando ergometría positiva a baja carga y en el estudio angiográfico reestenosis significativa (75%) de la lesión previamente dilatada, así como persistencia de las lesiones previamente descritas en cateterismos anteriores.

Durante el mismo procedimiento se realizó ACTP utilizando catéter guía Judkins derecho 8 French curva del número 4 (Cordis ® ), guía Extrasport 0,014 (ACS ® ) y balón Speedy-plus de 4 mm (Schneider ® ) con el que se predilató a 4 atmósferas para a continuación implantar un stent de Wallstent (Schneider ® ). Tras la liberación, expansión del stent y sobredilatación a 8 atmósferas se comprueba extravasación de contraste por rotura de DA en la anastomosis distal del injerto (zona cubierta por el stent ). Se realizaron a continuación 2 inflados prolongados con balón de autoperfusión Flowtrack 3,5 mm (ACS ® ) de 10 min cada uno. Al no presentar el paciente signos de taponamiento cardíaco y/o inestabilidad hemodinámica se procede a retirar el balón quedando en la última inyección mínima extravasación de contraste. Se realizó ecocardiograma en la sala de hemodinámica sin evidencia de derrame pericárdico.

El paciente fue trasladado a la unidad coronaria, monitorizado, y se suspendió la heparinización, recibiendo ticlopidina y ácido acetilsalicílico. Se mantuvo estable hemodinámicamente sin mostrar en los ecocardiogramas seriados de control presencia de derrame pericárdico. El ECG evolucionó con inversión de la onda T en cara anterolateral y presentó ligero movimiento enzimático con CPK máxima de 312 y CPK-MB de 63 U/l. La coronariografía que se practicó a la semana mostró permeabilidad del stent implantado sin que se evidenciara extravasación de contraste.

La coronariografía practicada a los 6 meses evidenció stent permeable, con lesión residual de un 30% y sin extravasación de contraste (fig. 1).

Fig. 1. Secuencia evolutiva de la rotura coronaria en el segmento donde se implantó el stent; A: proyección lateral donde se aprecia lesión significativa en anastomosis distal de injerto de safena a descendente anterior; B: la flecha muestra la extravasación de contraste una vez implantado y sobredilatado el stent; C: coronariografía control una semana después del procedimiento donde se aprecia el stent permeable sin extravasación de contraste; D: coronariografía de control seis meses después en la que se observa estenosis ligera (30%) sin extravasación de contraste.

DISCUSIÓN

Habitualmente la rotura coronaria es una complicación grave que puede aparecer en relación con técnicas de revascularización endoluminal. Normalmente cursa con taponamiento y requiere pericardiocentesis o cirugía coronaria urgente para controlar la hemorragia a la cavidad pericárdica. Si bien se ha descrito que la implantación de prótesis intracoronarias puede solucionar con éxito una rotura coronaria 4 , lo habitual es que se precise pericardiocentesis para solucionar el taponamiento cardíaco. No obstante, se han descrito casos de buena evolución con tratamiento conservador 3 . En el caso que presentamos el paciente evolucionó bien, sin evidencia de derrame pericárdico y sin signos de taponamiento con tratamiento absolutamente conservador. El hecho de que el paciente hubiera sido intervenido 18 años antes con cirugía de revascularización coronaria nos lleva a especular con la posibilidad de que la probable presencia de fibrosis y tabicación de la cavidad pericárdica en este paciente evitara la hemorragia masiva al pericardio, autolimitara la rotura y permitiera un tratamiento conservador con éxito. Todo ello aboga a favor de una actitud menos agresiva en este tipo de pacientes, ya que un tratamiento conservador puede permitir una óptima evolución.

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