Introducción: El modelo de cardiomiopatía inducida por adriamicina (ADR) en conejo ha sido ampliamente descrito. Se considera un modelo de bajo gasto cardíaco y es empleado habitualmente para testar hipótesis en muchas áreas científicas. La variabilidad individual y la mortalidad del modelo por causas no cardíacas han sido poco estudiados pese a ser claves en su reproducibilidad. El objetivo del estudio es evaluar las manifestaciones orgánicas de toxicidad y precisar las causas de muerte natural de este modelo animal.
Métodos: Semanalmente se administró ADR (2 mg/kg/8 semanas, vía intravenosa) a 12 conejos neozelandeses. Se extrajo sangre a tiempo 0 (T0) y las semanas 3, 4, 5, 6, 8 y 10 para determinación de troponina I cardíaca (CTnI), 12 parámetros bioquímicos y 32 hematológicos. Los conejos se mantuvieron hasta su muerte espontánea, realizando necropsia y estudio histopatológico del miocardio. Se compararon estadísticamente los datos de los distintos puntos de control así como entre los conejos que morían antes de completar el protocolo (muerte prematura, MP) y aquéllos que lo completaron (protocolo completo, PC) (p < 0,05).
Resultados: El 50% de los conejos murió prematuramente a las 4,33 ± 1,75 semanas de iniciar el protocolo. La supervivencia media de los conejos PC fue de 14,5 ± 3,89 semanas. Ninguno de los conejos MP o PC presentó dilatación cardíaca ni fallo cardíaco congestivo. A T0 los conejos MP tenían un número de reticulocitos significativamente más alto y de glóbulos rojos y plaquetas significativamente más bajo que los PC, si bien dentro de valores fisiológicos. La ADR alteró principalmente los parámetros de la serie roja, proteínas totales, perfil lipídico, creatinina y CTnI en ambos grupos. No hubo diferencias significativas entre conejos PC y MP, salvo que estos últimos desarrollaron los cambios precozmente. El grado y la extensión de las lesiones miocárdicas fue significativamente mayor en los conejos PC que en los MP.
Conclusiones: Con las dosis de ADR empleadas, la muerte natural asociada al modelo se produce como consecuencia de una toxicidad multiorgánica, sin que ocurra un fallo específico de ningún sistema concreto y antes de que aparezca dilatación cardíaca o fallo cardíaco congestivo. La mortalidad prematura responde a una mayor susceptibilidad individual mostrando ese mismo patrón de deterioro tóxico.