Introducción
Dr. Arturo Evangelista Masip
Presidente del Comité Científico del Congreso
Comité ejecutivo
Comité de evaluadores
Índice de autores
Introducción y objetivos: Las guías de práctica clínica de las diferentes sociedades científicas se han convertido en una herramienta básica del trabajo médico, generando un idioma común para el debate y llegando a tener importancia medicolegal. La cardiología es una de las especialidades médicas donde mayor desarrollo ha tenido en los últimos años. Dada su importancia nos proponemos analizar la cantidad de evidencia científica en la que se basan, evaluando el nivel de recomendación A y C de la guía y la tendencia respecto a la guía previa.
Métodos: Evaluamos la cantidad de recomendaciones, el nivel de recomendación (I, II, III) así como el nivel de evidencia que soporta dicha recomendación (A, B, C), con especial atención a las recomendaciones nivel II (evidencia contradictoria) y evidencia C (opinión de expertos, estudios observacionales, registros,...) como índice de menor peso científico, en la guía de insuficiencia cardiaca de 2016 comparada con la previa de 2012 de la Sociedad Europea de Cardiología.
Resultados: En la guía de 2016 hay un total de 221 recomendaciones (I = 105, IIa = 45, IIb = 38 y III = 33). En cuanto a grado de recomendación 55 eran grado A, 64 B y 102 C. El nivel de evidencia A era del 24,87%, el nivel C de la guía era del 46,15% del total, siendo como índice de bajo peso científico el nivel de recomendaciones II C el 19%. Respecto a las guía previa de 2011, partía de 125 recomendaciones (casi la mitad), 34,4% recomendación A, 57 C (45,6%) y índice de bajo peso científico (II C) del 24,8% (31 recomendaciones).
Conclusiones: A pesar de la importancia en la práctica clínica y desde el punto de vista medicolegal, la guía de insuficiencia cardiaca, a pesar de aumentar el número de recomendaciones a casi el doble, empeora el nivel científico que las avala, y se presenta con una guía con casi la mitad (46,15%) de recomendaciones basadas en opinión de expertos (45,6% en la guía de 2012), pero con un índice de bajo peso científico (II C) del 19%, que ha mejorado (24,8% en 2012). Estos datos deberían hacernos reflexionar sobre la necesidad de volver al camino de la medicina basada en la evidencia y no en la «eminencia».