Introducción
Dra. Lina Badimón Maestro
Presidente del Comité Científico del Congreso
Comité ejecutivo
Comité de evaluadores
Índice de autores
Objetivos: Cuantificar en qué medida un programa de ejercicio físico estructurado modifica la calidad de vida, hábitos alimentarios y factores de riesgo cardiovascular en mujeres menopáusicas.
Métodos: Estudio de intervención, prospectivo, de tres meses de duración. Se incluyen 66 mujeres menopáusicas. En una primera visita se les solicitó analítica general que incluyó: hemograma, perfil hepático, perfil lipídico, glucemia y glucohemoglobina. También se les determinó el índice de masa corporal, presión arterial, cálculo del riesgo cardiovascular mediante tablas Framingham, encuesta alimentaria y cuestionario de calidad de vida específico para la menopausia. Tras esta visita comenzó la fase de intervención sobre hábitos dietéticos y ejercicio físico. Al finalizar el estudio se realizó una nueva visita, similar a la inicial, para valorar la mejora después de las intervenciones.
Resultados: La media fue de 56 ± 2,6 años y el índice de masa corporal (IMC) medio 36 ± 2,6 Kg/m2. Tras la aplicación del programa de intervención disminuye el peso (4,4 kg) y el IMC (1,83 kg/m2) (p < 0,05). También se aprecia un descenso de la PAS (p < 0,05). La HbA1c desciende un 0,19%, ambos con p < 0,05. El perfil lipídico sigue un comportamiento similar, destacando una disminución de 8 mg/dl en los valores de LDL colesterol (p < 0,05). El riesgo cardiovascular según las tablas Framingham disminuye en un 3% tras la intervención (p < 0,05). La calidad de vida mejora en todas las áreas analizadas, vasomotora, psicosocial, física y sexual. Antes de iniciar el programa de dieta, el 22% de las mujeres consumían bollería industrial de 3 a 5 veces por semana, el 37% lo consumía al menos una vez por semana, y solo el 10% no lo consumía. En cambio, al final del programa el 47% de las mujeres no consumían bollería industrial y el 37% lo hacían menos de una vez por semana (p < 0,05).
Conclusiones: La aplicación de un programa estructurado de ejercicio físico mejora la calidad de vida y parámetros relacionados con el riesgo cardiovascular de las mujeres estudiadas.